10 cosas que nunca debes decirle a un venezolano que emigró ¡Por tu propio bien! | YoEmigro.com

10 cosas que nunca debes decirle a un venezolano que emigró ¡Por tu propio bien!

Cuando un venezolano emigra, lleva consigo la tristeza de haber tenido que abandonar su país y dejar atrás su familia y amigos. Esa situación emocional suele complicarse cuando llega al país de destino, se encuentra por primera vez con una sociedad distinta a la que está acostumbrado y tiene que enfrentarse a sus miedos para instalarse, integrarse y salir adelante. Por si fuera poco, en medio de ese duelo migratorio, también es común verse en la situación de tener que responder preguntas que solo sirven para echar leña al fuego.

Si eres un inmigrante venezolano en cualquier parte del mundo, sabrás de qué va la cosa. La mayoría de las veces las preguntas son las mismas y suelen estar formuladas por personas cercanas o muy cercanas que, tratando quizás de entablar una conversación, no se dan cuenta de su imprudencia.

Existe la posibilidad de que, algunas veces, estas preguntas se hagan como reflejo de la frustración por no haber podido emigrar, por necesidad de reforzar ideas preconcebidas o por simple cotilleo (chisme) pero, entre tantas posibilidades, es prácticamente imposible saber con certeza la verdadera intención de las mismas. Estas son 10 frases que cualquier venezolano emigrante odia que le digan:

1. ¿Por qué te fuiste a un sitio tan peligroso?

¿Peligroso?… ¿De verdad?… Salí de Venezuela, el primer o segundo país más peligroso del mundo, donde en un día matan más personas que las que asesinan en España en un año. Me fui de Venezuela, donde en un mes la violencia arrebata la vida a más ciudadanos que las víctimas que ha causado el terrorismo en la última década en Europa. Vengo de un lugar donde en un solo mes los malandros dejan a su paso más muertos que todos los que hubo en el terremoto de México… ¿y todavía crees que el sitio a donde me vine puede ser más peligroso?

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Esa pregunta tiene sus variantes y suele ir precedida por la reseña de alguna noticia en la que podrían reseñar que aumentó el índice de inseguridad, que los robos en el Metro están desatados o cosas por el estilo; pero una vez más la respuesta sigue siendo la misma… ¿en qué lugar tienes más probabilidades de que te maten para quitarte el teléfono? Sólo en Venezuela. En cualquier otro sitio estarías más seguro y la probabilidad sería mucho menor. Pareciera que piensan que quien emigra no vela por su propia seguridad.

2. ¿Y por qué te fuiste tan lejos?

Si ocurre que, para evitar la pregunta anterior, te vas a un país desarrollado en el que las tasas de seguridad personal son altísimas; como por ejemplo Islandia, Nueva Zelanda, Japón, Suiza o, incluso, la misma España, la típica crítica de la distancia aparece cada dos por tres.

¿Es que no se han enterado de que hay algo llamado teléfono? O peor aún, ¿que también existen Skype, WhatsApp, Telegram, Line, entre miles de otras aplicaciones para mantener la comunicación por texto, voz o incluso video de forma totalmente gratuita a través de internet?

Las razones para elegir el sitio al que se emigra son muy variadas y van desde la posibilidad de estar legal, la calidad de vida, las oportunidades de empleo, que siempre te ha gustado su cultura o su estilo de vida, entre muchas otras y, créanme, uno quisiera estar cerca de casa, pero a veces la distancia es lo mejor.

3. ¿Hasta cuándo seguirás mudándote?

Hace tiempo leí a una persona diciendo que emigrar es como buscar pareja. A veces crees que encontraste a la correcta pero, al paso del tiempo, te das cuenta de que no son compatibles y, por más ganas que le echaras a la relación, simplemente no iba a funcionar.

Tu país es como tu familia. Te guste o no, te sientas orgulloso de él o no, siempre ha estado allí y siempre estará allí para ti cuando lo necesites, pero la emigración es irte de casa a buscar nuevos aires, a vivir solo, y quizás te mudas a la primera habitación que consigues, pero luego te das cuenta de que quieres algo mejor y te vuelves a mudar, y así hasta que consigas el sitio ideal en el que quieres pasar el resto de tu vida.

Entonces, lo que algunos llaman ir «del timbo al tambo» no tiene nada de malo, todo lo contrario… ¿hay algo mejor que vivir en diferentes ciudades del mundo y conocer múltiples culturas? Creo que no hay nada más enriquecedor para el alma que eso.

4. ¿Por qué te fuiste, si este es tu país y aquí está tu familia?

· Porque la situación del país ya no se aguanta, porque la decadencia moral, social y espiritual ha llegado a niveles en los que es imposible surgir.

· Porque la inseguridad nos tiene locos, por los secuestros, atracos, robos, asesinatos, inseguridad jurídica.

· Porque la moneda no vale nada y la devaluación se come tus ingresos más rápido de lo que puedes producirlos.

· Porque detesto vivir en socialismo y porque quiero tranquilidad para mi pareja y mis hijos.

· Porque hacer colas para comprar algo de comer o esperar una bolsita miserable todos los meses para no morir de mengua me parece decadente e impropio de la dignidad y el respeto por la condición humana.

· Porque la escasez de medicinas puede condenar a un paciente a una muerte dolorosa, injusta e innecesaria, para su desgracia y la de toda su familia.

· Porque la corrupción se ha apoderado de absolutamente todas las instancias del poder público (hasta la más mínima) y quien busca progresar honradamente se encuentra cada vez con más obstáculos.

· Porque no me gusta vivir en una sociedad dividida, en la que no es posible decir lo que se piensa sin miedo a ser reprimido, encarcelado, señalado o insultado.

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· Porque quiero tener una vejez digna, en la que pueda disfrutar mi condición de anciano sin tener que pasar mis últimos días encerrado en casa porque en la calle no hay un mínimo de accesibilidad que me garantice autonomía a pesar de mis limitaciones físicas, o porque esa condición me convertiría en blanco fácil de algún delincuente.

· Porque quiero que mis hijos tengan oportunidades y una educación de calidad.

· Porque estar lejos de mi familia geográficamente no significa estar lejos emocionalmente de ellos y tratar de hacerme creer lo contrario, es manipulación o ignorancia.

5. Lo tuyo es darte la gran vida en el extranjero

Claro, lo mío es viajar y disfrutar, sin preocuparme por más nada, simplemente llego a casa y me tienen las maletas hechas, los permisos de residencia encima de la mesa del comedor y mensualmente me hacen un depósito de cinco cifras en mi cuenta bancaria.

Es tanto así, que apenas salgo del aeropuerto ya hay alguien esperándome con las llaves del carro y del apartamento nuevo totalmente amoblado y con electricidad, internet y la nevera llena de comida, con una cava de vinos reserva y de botellas de ron venezolano a reventar.

Por si fuera poco, viene cada una señora a cocinarnos, limpiar la casa, lavar y planchar la ropa y hasta nos hace masajes en los pies. Nos envían a casa las entradas a los mejores espectáculos y shows que se van a presentar en la ciudad y si son en otros sitios nos hacen llegar hasta los billetes aéreos y reservas de hotel para que vayamos a darnos la gran vida.

Eso sin contar con que tenemos línea de crédito abierta en tiendas de ropa de las mejores firmas. Es que, si hubiese sabido que la vida fuera de Venezuela era así, me habría ido hace mucho.

6. ¡Qué envidia, nosotros no podemos irnos!

¿Y por qué no te vas? ¿Qué te lo impide? Ah sí, ya sé, que, si los pasajes son muy caros, que no tienes pasaporte, que no tienes dólares, que tienes que cuidar a tu mamá, que te van a invadir la casa, que tienes que esperar para jubilarte, que los niños tienen sus amigos en Venezuela, que el mayor está a la mitad de la carrera en la universidad, el negocio, el perro, el gato, etc.

Fíjate, los que emigramos también tuvimos que pasar por todo eso, sufrir para obtener el pasaporte, vender hasta lo que no teníamos para completar para el pasaje, ir reuniendo de dólar en dólar durante meses para tener un colchón, despedirnos de la abuela, de la mamá, del papá, echarle tranca a la casa porque no la pudimos vender y rezar porque no nos la invadan, extrañar la comida, pasar los cumpleaños solos, Navidad y Año Nuevo fuera de casa o con gente que no es la familiar.

Los que emigramos también dejamos carreras universitarias a la mitad, le dijimos adiós a los amigos nuestros y de nuestros hijos, cerramos o vendimos el negocio y tuvimos que dar en adopción nuestras mascotas si el dinero no nos alcanzaba para traerlas con nosotros. ¿O crees que emigrar es mover la nariz como «Hechizada» y ya?

No señor, hay demasiadas cosas que hacer y planificar, desde conseguir visados o permisos de residencia, buscar casa, abrir cuenta en el banco, poner internet en el apartamento o hasta saber cómo se llaman los medicamentos en ese país y/o tener que buscar un médico si para poder comprarlos te exigen récipe.

En la vida hay que tomar decisiones, y todas tienen consecuencias, algunas muy buenas y otras no tanto, pero hasta que no te arriesgues, no sabrás. Como dicen por allí, el que no arriesga, ni gana, ni pierde.

7. No tienes derecho a opinar sobre Venezuela ni a quejarte

¿Qué no qué? Mientras viva, en todos mis documentos dirá que nací en Venezuela, y después que muera lo seguirán diciendo. Ese es el sitio donde crecí y donde aún vive parte de mi familia. Claro que opinaré todas las veces que quiera, claro que diré lo que pienso y opinaré sobre políticos, elecciones, situaciones sociales y lo que me parezca, de acuerdo con lo que piense. Al que no le guste, que no me lea, pero lo seguiré haciendo porque más que mi derecho, es mi deber como venezolano.

Por cierto, aquí también lo voy a hacer. Por supuesto que me quejaré, porque para eso vivimos en una sociedad con libertad de expresión y de opinión, y cuando algo no funcione lo diré y me volveré a quejar. Ese también es mi deber como residente en el país que esté.

8. ¿Cuándo vas a volver?

¿Volver a qué? Claro, uno extraña cosas, pero lo más seguro es que cuando vuelva ya no existan ni estén allí… Sería nuevamente un extranjero en un país cambiado que no se parecerá en nada a lo que dejé atrás.

Mi vida, mi futuro están ya en el extranjero, mis hijos están echando raíces en este país, aprendieron su idioma, sus costumbres y son más de aquí que de allá. Yo también me estoy adaptando, creando, construyendo cosas aquí y logrando esa estabilidad que en Venezuela era imposible. Si se produce un cambio, quizás vaya a mi país a invertir o de vacaciones, pero devolverme, lo dudo.

Si algo he aprendido desde que emigré es lo importante de planificar una vejez digna, pero digna de verdad, incluyendo un lugar donde vivir, acceso a servicios sanitarios, medicinas, comida, amigos, o sea, hay que pensar si vale la pena volver a un sitio en el que quizás ya no sepas quien eres.

9. Has cambiado. Ya no eres el mismo

Afortunadamente. Qué triste sería no haber cambiado tras el enorme esfuerzo que he hecho para emigrar, para asentarme en otro país, para adaptarme a esta sociedad. Me encanta cuando las personas me dicen que he cambiado que soy otra persona, porque eso significa que he madurado y que he crecido espiritualmente.

Si no quisiera cambiar ni evolucionar, me habría quedado en casa, en la misma cama de siempre viendo como todo a mi alrededor se va destruyendo gracias a la debacle que vive el país. Irme ha sido la mejor decisión de mi vida, porque me ha permitido descubrir que existe todo un mundo allá afuera que es muchísimo mejor que lo que dejé atrás y que debo evolucionar para estar a la par y no quedarme atrás.

10. Eres un cobarde, huiste como las ratas en vez de quedarte luchando

Firmé, reafirmé, marché, remarché, voté, volví a votar, voté de nuevo y otra vez más y todas las que hicieron falta, hice campaña, fui casa por casa, busqué gente para llevarla a votar, tranqué calles, escribí pancartas, enarbolé banderas, tragué lacrimógenas, cuidé votos en los centros electorales, hice todo lo que se puede hacer y mucho más, hasta me peleé con mis familiares y amigos chavistas por vendidos y arrastrados, pero me cansé.

Un buen día dije «hasta aquí llego yo. Mi familia, mi vida y mi tranquilidad son más importantes que cualquier otra cosa». A mi país le he dado todo de mí (y hasta más) y solo he cosechado decepciones, frustraciones y tristezas.

Fueron más de tres lustros luchando por el país, viviendo en carne propia la destrucción e involución de todo a mi alrededor, sufriendo, llorando, pasando rabias y viviendo desconsuelos. En este momento de mi vida siento que seguir no vale la pena. Ya es demasiado tiempo. Es como si al ganar Chávez me hubiesen regalado un cachorro que ya hubiese muerto de viejo. Son muchos años, los mejores de mi vida, y no pienso perder más allá. Sí, me fui, buscando una vida mejor para mí y para los míos, es lo menos que puedo hacer por ellos.