Amo a Venezuela con toda mi alma y no me da pena decirlo

Amo a Venezuela con toda mi alma y no me da pena decirlo (En respuesta al que la odia)

El siguiente artículo nos fue enviado en respuesta al post Odio a Venezuela con toda mi alma y no me da pena decirlo publicado en nuestra página hermana “Inmigrantes en Madrid”:

Querido amigo venezolano:

He leído tu artículo con un profundo ardor en el corazón. En parte porque, sentir odio es el sentimiento mas negativo que un ser humano puede sentir (lo que también nos lleva a las peores consecuencias), y en otra porque muchos de tus sucesos (contrario a tus aserciones), e incluso la gran mayoría, son ciertos. No vine aquí a pedirte que dejes de odiar al país que tantos amamos, anhelamos, sufrimos y hasta muchos extrañamos, vine a intentar convencerte de que cuando afirmes con soltura que lo odias, lo pienses dos veces.

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Verás, cómo tu, soy venezolana. He vivido la mayor parte de mi vida en este país, tuve la oportunidad de culminar mis estudios en el exterior, y decidí volver en el momento mas cuestionado de la década venezolana por un tiempo. Cómo tu, he sufrido atropellos por venezolanos (fuera y dentro del país), he conocido a mi país en situaciones oscuras, y he sido víctima de la anarquía que vive el país día a día. Los primeros años que partí, mi relación con mi país era como de película: Cada mes o cada escape que podía disfrutar aquí era como una luna de miel perfecta en la que cada minuto que pasaba temía que se acabase demasiado rápido. Y así era, por lo menos los primeros años. Desde el punto de vista socioeconómico, se vivía una decadencia lejana a una crisis pero lo suficientemente cercana a «es de preocuparse.» Sin embargo, tuve la oportunidad de enamorarme de Venezuela desde el momento en que nací (cabe constar que he vivido casi toda mi vida recordable bajo este gobierno).

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Después del colegio, madre siempre nos involucró en actividades de niña que no eran de mi agrado, pero si de mi inquietud cómo el ballet. Iba todas las tardes con mi hermana a comprar las meriendas en un mercadito no muy lejano a casa, con 500 BS me alcanzaba para unas rufles, unos Sparkies y hasta una bebida de lata. Al ir creciendo, hice amigos, salía a las ferias de Barquisimeto, me tiré en una tabla por los medanos de Coro y recorrí el parque nacional Morrocoy de cabo a rabo, en peñero. Lo mas bonito de todos mis recuerdos era, por supuesto, poder verle la cara todos los domingos a mis abuelos y tíos y poco sabía como me atormentaría el sentimiento de que el tiempo no fue lo suficientemente largo para disfrutarlos como querría. Pero lo hice.

Fue este país el que me vió crecer, en donde mis padres salieron de lo precario a lo bueno; con estudios, dedicación y esfuerzo. Entiendo que no ha sido un tiempo bueno, en especial en los últimos años – con un indice de pobreza que supera el 74% – y una situación precaria que atormenta hasta la persona en la mejor de las situaciones. He visto a mi país caer un sin fin de veces sin aires de levantarse, a mis seres queridos sufrir, y me he preguntado incesante veces a mi misma si uno puede amar tanto a algo que le duele y le lastima como Venezuela lo hace día a día con su realidad fatalista. Debo admitir, que me he encontrado ausente, incluso me he quedado callada, para decir que este sigue siendo el país que una vez conocí, con sus virtudes y desventajas, y del que me enamoré profundamente.

Y fue entonces cuando te leí – y agradezco haberlo hecho – que recordé algo que aprendí en mis clases de Química. Cuando creas algún compuesto, digamos sal, necesitas 1 mol de sodio y 1 mol de cloro en cierta proporción (el cloro es mas pesado que el sodio). Una vez en el laboratorio me tocó crear un poco, y a la hora de mi evaluación había cometido un error: Había agregado un poco mas de sodio que de cloro, por ello, mi sal no era sal. Lograba entender que esto creara una impureza en mi sal; pero no lograba entender como pudiese esta leve diferencia afectar las propiedades de la misma si habían mayores moléculas de cloro para empezar en la fórmula. ¿La respuesta de mi profesora? Al haber agregado un poco mas has afectado cada parte de la composición, porque por mas diminuta que sea cada molécula genera una reacción que crea tu sal, y aunque haya mas cloro que sodio, el sodio se hace sentir lo suficiente para perturbar el balance. Hago esta analogía compleja por la siguiente razón:

Considero que Venezuela tiene mas «cloro» que «sodio.» Es decir, hay mas gente buena, trabajadora, valiente y luchadora que personas que entristecen un país y lo hunden en la miseria, crimen e injusticia. De verdad, hay mas gente buena. Si no me crees, te invito a que no vayas lejos de casa y te mires al espejo, o quizás veas a la cara a tus padres o a tus tíos o primos o esposa o hijos. ¿Visualizas en cada uno de ellos una sociedad de flojos? ¿Ves en los ojos de aquella mujer u hombre que has admirado por años por su temple y determinación de hacer de ti un hombre de bien, una persona capaz de vivir sin esfuerzo y sacrificio contal de votar por aquel que le resuelva la vida? ¿Te sientes avergonzado de la aglomeración de tus personas cercanas? Podría imaginar que tu respuesta a alguna de estas preguntas favorecería mi punto del cloro: No todos somos sodio.

No todos somos malos, y francamente, no podría tildar a un conductor de un rapidito del año 78 por salir cada día a buscar sustento, porque estoy segura que si esa fuese mi única opción para darles de comer a mis padres, pues la tomaría. No es justo tildarnos a todos por el daño causado por algunos. Considero, desde un punto de vista mas profundo y político, que ha sido la gestión perfecta de este gobierno promover la educación interesada y parcializada a la ignorancia, decadencia y conformismo. Es por ello que no puedo culpar a aquel que creyó – porque verdaderamente no tuvo voz en el pasado y no ha conocido otra cosa – y que generalmente cae en las estadísticas del 74% que nombré arriba. Un país que no invierte en educación justa es un país condenado a la dependencia interesada.

Pero desafortunadamente, la reacción que ejerce el sodio – no necesariamente mas pesado, pero si mas potente – es suficiente para detener el balance social y acabar con la paz. El peso de lo malo resona mas que lo bueno, creo, esto endémico a toda sociedad y a toda gestión (toma por ejemplo el efecto Hitler en Alemania o los fallidos intentos de «intervención internacional» por potencias mundiales o aquel hombre que promete y no cumple o aquella persona que roba versus los otros cuarenta trabajadores honestos que son robados). Tú, nómbralo, y verás la injusticia que se crea.

Pero esto no debe definirnos. Si, es verdad. Es muy fácil adquirir las malas mañas (o por lo menos eso dice mi mamá). Es muy fácil tragarse las luces del semáforo porque estás obstinado de la corneta de atrás, es muy fácil ser intolerante y aprensivo ante una situación casi insostenible, y definitivamente, no he de juzgar el miedo que siento cada vez que alguien se me acerca a preguntarme por alguna extraña razón que no logro comprender, la hora. Por supuesto que son estas actitudes las que no llevan a la decadencia, y nos alejan del país que aunque en el fondo, todos queremos, pero no estamos conscientes, dispuestos y motivados para querer hacer algo distinto. Para querer hacer algo mejor.

Perdona mi osadía a tomarte como ejemplo, pero la RAE dice que el odio es una aversión hacia algo o alguien que mal se le desea. Otros diccionarios aciertan que al sentir odio se desea el mayor mal posible. Entonces, te pregunto: ¿Te has convertido en sodio, en aquello que tanto odias?

Quiero que lo pienses (y no quiero que pienses ni por un momento que te estoy atacando). Desconozco la situación que te ha llevado a odiar al país que te ha visto nacer, crecer, amar, terminar, comer, dormir, gritar, enamorar. Pido disculpas en su nombre, porque no creo que haya sido su intención absoluta hacerte sentir que es «malvada, miserable y auto destructiva.» Siento, que has pasado por situaciones indeseables que han elevado tu nivel de frustración (que puedes expresar por una computadora) al no poder irte por la culpa del país y su anomalía económica (que siquiera puedes pensar en irte).

Quiero tomar este momento para decirte que mientras tienes una computadora, y aunque lejana, una opción, existe un 74% de la población que no pueden siquiera considerar la idea de llevar a sus hijos a comerse una hamburguesa o comprar una computadora para ayudar a sus hijos en su educación. Quizás sean hijos de ese mismo señor que maneja el carro del 78 que no puede comprar el aceite y bota la basura por la ventana porque no entiende el concepto de un país limpio y desarrollado. Es probable que la vida de esta familia termine justamente donde empezó. Es probable que no. Considero, que es trabajo de personas como tu y como yo, capaces de acceder a una educación justa y a una red tan comunicada como el internet, inspirar al cambio y no al odio, un odio que puede generar mas consecuencias indeseadas, y no necesariamente para mi, una joven de 23 años con planes de partir, o para ti, si no para una familia sin siquiera posibilidad de sustento. Entonces la lucha deja de ser por el venezolano «insoportable» en Madrid o Miami (no todos) y empieza a ser por el señor del rancho, o por el niño recoge latas, o por la prima que no tiene tratamiento para quimio, o para el sobrino que se fue a trabajar a los Estados Unidos, o inclusive por mi misma, porque no quiero ver morir al amor de mi vida, porque si muere mi país muere una parte de mi.

No quisiera ni pensar lo que las malas acciones del odio pueden generar a nuestra sociedad, como si ya no sangrara lo suficiente. Te pido de todo corazón que re formules tu afirmación, así como yo recreé mi sal.

Siento mucho tu situación, y siento la mía y la de todos los venezolanos. Pero, mientras estés aquí, ¿me ayudarías a ser el cambio? No te pido mucho: lo normal, tu sabes. No comerse la luz. Ayudar al que se pueda. Sonreír ante alguna persona obstinada. Hacerle cara a la injusticia. También te pediría que hablaras con alguno de los buenos, los desconocidos (que tengan cara de buena gente y te hablen un poco de su situación). Si aún tu odio no cesa, rezaré para que pronto encuentres nuevos caminos en donde puedas encontrarte a ti mismo.

Para todos los venezolanos leyendo esto, les pido que no pierdan la fe. Si su intención es irse en busca de buenos horizontes, entonces lleva a tu pequeño desastre al corazón; siempre recordando lo bueno y deseando que pronto vuelva a ser lo que fue.  Si eres de los que cree y lucha, amigo, ¡tu eres de los míos! No estás solo. Juntos, aquí, allá y en todas partes podemos. «Hagamos el bien y no miremos a quién», ayer junto a mi hermana le regalé unas salchichas a una joven mamá, esperamos el semáforo con responsabilidad y respiramos para no pelear con una venezolana contrariada por la injusticia. Día a día, la playa se va llenando de arena.

Y para los que están afuera: Fuerza. El sacrificio de hoy es el éxito del mañana. Hagan resonar las noticias valederas y precisas; intenten, por favor, de ayudar al que se pueda (con medicinas sobre todo. El área de salud está muy afectada).

Lleven nuestra bandera con ORGULLO.

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Y para terminar, quiero responder un poco las palabras de Ramón:

«Venezuela es un país no apto para gente decente, no apto para personas que desean vivir en paz y siguiendo las normas, Venezuela es un país de anarquía y de anarquistas, por eso tenemos el gobierno que tenemos, porque es el que merecemos. Es por eso que odio a Venezuela con toda mi alma y no me da pena decirlo.»

Mi respuesta:

Venezuela es un país apto para ‘soñadores dormidos’,

En espera de accionistas que donen pequeñas muestras de fe, de cambio y de lucha.

Un país lleno de personas deseosas de paz y corazones que lo extrañan por doquier.

Venezuela es un país que vive tiempos difíciles, grises y cambiantes.

No se trata si lo merecemos o no,

Se trata de lo que queremos.

El venezolano quiere cambio, quiere futuro y quiere vida.

El venezolano quiere ser cloro.

Es por eso que AMO a Venezuela con toda mi alma y no me da pena decirlo.

Podemos hacerlo mejor.

María Fernanda Nieves Cadena.

P.D.: Quien quiera puede compartirlo.