¿Quieres devolverte a Venezuela?, este artículo puede ayudarte mucho | YoEmigro.com

¿Quieres devolverte a Venezuela?, este artículo puede ayudarte mucho

Tienes tiempo fuera de tu país, trabajando duro, lejos de los tuyos… y, un buen día, comienzas a escuchar historias y leer comentarios sobre que allá “la cosa está mejor”, “hay de todo”, “la gente está haciendo dinero” y “se están abriendo muchos negocios”.

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Entonces, comienza a pasar por tu mente la idea de devolverte, de dejar de vivir a tantos kilómetros de distancia y volver a casa, para llenar los pulmones de tu aire y rodearte de esa alegría, energía vibrante, caras de felicidad, llantos de emoción, miles de abrazos y fiestas interminables (hasta que se vaya la luz).

Dices que ya no quieres pagar más arrendamiento, pasar frío en invierno, escuchar a la gente hablando con un acento o en un idioma raro, que necesitas tu sol, el sabor de tu comida, el olor de tu gente y ¡zas!, tomas la decisión, compras el pasaje, entregas la vivienda, vendes lo que puedes vender y lo que no, pues lo regalas, y ¡coges tu avión de regreso a casa!

Las emociones están a flor de piel. Sin embargo, cuando llegas al aeropuerto, comienzas a percibir que las cosas no eran como las imaginabas. Te das cuenta del caos y comienzas a sentir pánico hasta de sacar el teléfono a la calle. Vives en una paranoia eterna, pensando que en cualquier momento te van a robar, y te estresa no entender el precio de las cosas, solo para descubrir que son más costosas y de peor calidad que en el país que acabas de dejar atrás.

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Comienzan las contradicciones y el choque de sentimientos. Volver a tu casa era algo con lo que soñabas mientras estabas en tu cama, con frío, en esa habitación alquilada, en un país extraño. En esos momentos, cuando pensabas en el regreso, visualizabas todo bonito: una ciudad limpia, ordenada, segura, con agua potable del grifo, donde la luz no se iba, el Internet era rápido, los GNB se habían convertido en seres de luz, el transporte público era digno, que te ibas a conseguir el cielo con una especie de hilo musical con el alma llanera que envolvía el ambiente y todas las vías estaban asfaltadas y perfectamente señalizadas.

Pero, al darte de bruces con la realidad, comienzas a sentirte raro, distinto, pareciera que ya no encajas. Lo que sucede es que la migración te cambió. Ahora eres otra persona y quieres algo más de lo que puede ofrecerte tu país. Los expertos han bautizado esa sensación con el nombre de “Choque Cultural Inverso”.

Volver a casa no es tan fácil y simple como creías

Mientras no estabas, tu país cambió. Tu familia ya no es exactamente como la recuerdas, pues ellos también siguieron adelante con sus vidas. Aunque mantuvieras contacto frecuente con ellos a través de Internet, siempre es fuerte ver cara a cara a unos padres más ancianos, a un hermanito que ya es todo un hombre, a tus primos o amigos casados y con hijos (o ausentes, porque también tuvieron que emigrar).

El entorno también es diferente. Quizás el clima te parezca maravilloso, o todo lo contrario; pero el aspecto de las calles también ha cambiado. Hay negocios que cerraron y otros que abrieron, edificios que ya no están o invasiones llenas de viviendas precarias, que aparecieron donde antes sólo había árboles y naturaleza.

Luego, cuando la emoción de estar de regreso va mermando y te toca fundirte en el ecosistema local, debes readaptarte a ritmos y circunstancias que probablemente habías olvidado. No consigues acostumbrarte al horario en el que “ponen el agua”, no puedes hacer la mitad de las cosas de trabajo que tenías pendientes porque el Internet es patético… De repente, te ves a ti mismo hablando por teléfono en mitad de la calle y caes en cuenta de la terrible imprudencia que, sin darte cuenta, acabas de cometer.

Los precios cambiantes cada día te impiden planificarte y te estresa tener que sacar cuentas en diferentes monedas a la vez o tener que pagar una parte en bolívares, otra en dólares y otra en euros… o tener que dar la clave de tu tarjeta de débito a viva voz en todos los lugares que vayas a pagar.

Resulta que, al final, te toca hacer de nuevo lo mismo que tuviste que hacer al irte: aprender a vivir en un país nuevo y diferente, que no se parece en nada al lugar del que venías. Mientras más tiempo tengas lejos de tu país y más lejos estés, culturalmente hablando, más dura será la readaptación.

No obstante, es muy importante que no dejes perder al “yo” que se gestó mientras estabas lejos y que pongas en práctica lo aprendido, que intentes contagiar las cosas positivas que aprendiste afuera y que seas parte del cambio, para bien, que tu país necesita. Es lo ideal; eso sí, nuestro consejo, mantén viva la llama de volverte a ir si no logras adaptarte, no serás el primero ni el último que regresa para luego irse de nuevo.