Para el Fondo Monetario Internacional (FMI) la economía regional latinoamericana ha entrado en proceso de retroceso ante las ganancias que había conseguido en la última década con respecto a períodos de estancamiento a finales del siglo XX. La baja de los precios de combustibles y la merma en la exportación de materiales preciosos o recursos naturales, vienen afectando a las naciones emergentes como: Brasil, Chile, Argentina, Perú y Ecuador. En otro contexto se enmarcan economías como la venezolana ahogada por el déficit presupuestario y un alto gasto público.
Sin embargo, para la casa monetaria, Colombia es una de las pocas excepciones, y a pesar que la desaceleración también ha tocado sus puertas, el país neogranadino tiene proyectado un crecimiento financiero del 2,5% al finalizar el 2016, mejorando 0,5 puntos para el próximo año. La nación cafetalera está en un punto de arranque generado por las inversiones foráneas que vienen fortaleciéndose al ver cada vez más estable el entorno político-social de su geografía, con un acercamiento entre el gobierno y los grupos guerrilleros, hasta el punto de un posible acuerdo de paz que ponga fin a más de 50 años de enfrentamientos.
Por otro lado, el gobierno de la Casa de Nariño, ha entendido que parte del futuro económico depende de la apuesta en un mundo globalizado, por ello ha aumentado su participación en convenios multilaterales con otros países vecinos y un poco más lejanos, además, ha consolidado su accionar comercial con uno de sus principales socios, Estados Unidos, para la recepción de materia prima a costos bajos o menos arancelarios, bajo el acuerdo de Libre Comercio (TLC) entre ambas naciones. En ese mismo orden, los paisas también mantienen un TLC con Costa Rica, y se espera que entre julio y agosto de este año esté finiquitado un TLC con Corea del Sur, para la importación de productos de alta gama tecnológica.
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Los polos del poder a los que ha volteado la mirada Colombia se enmarcan en la búsqueda de un comercio más dinámico; por eso en la diversificación pisa fuerte dentro del Convenio Marco de la Alianza del Pacífico, un pacto regional que mantiene con sus vecinos: Perú, Chile y México, engranaje que se ha quedado con el décimo puesto de las economías más poderosas del mundo, y que muchos expertos avalan como una posible muestra o experimento latino de lo que significa la Unión Europea, superando en este momento a Mercosur, que presenta fallas ante la inestabilidad política de Brasil y Venezuela, y sus números rojos en el ámbito económico.
El emprendimiento también ha sido un arma infalible para el crecimiento que se ha mantenido estable en los últimos años en Colombia; Bogotá, Medellín y Cali, son tres ejemplos de urbes que se están abriendo paso en el sector tecnológico, con firmas internacionales o locales que apuestan por el desarrollo de nuevos softwares y equipos dentro de las telecomunicaciones, o como apoyo a las pequeñas y medianas empresas en el establecimiento de sus soportes organizacionales.
El gabinete económico que acompaña al presidente Juan Manuel Santos ha presentado un proyecto innovador y de suma responsabilidad hasta el año 2018, basado en la idea de lograr un comercio exterior que no dependa de la producción minera o petrolera, sino en servicios variados, entre ellos el turismo. Pretenden conseguir exportaciones para esa fecha por 30 mil millones de dólares, 21.000 millones en bienes no mineros y los restantes 9.000 por servicios. La ministra de la cartera turística, María Claudia Lacouture, dijo hace algunos días que para alcanzar la meta trabajarán unidos con la empresa privada, generando empleos de calidad y estimulando la inversión Extranjera Directa (IED).
El FMI se mostró complacido con la economía colombiana, pero también ha sido claro en su reciente informe que las perspectivas están a la baja producto de la inestabilidad de los mercados generales y la volatilidad de los precios del petróleo, pero se estima que el decrecimiento sea menor de lo esperado en los próximo 4 años, si el país se mantiene firme en sus restricciones internas y reordena aún más el gasto público. El gobierno mantendrá su dirección financiera en el tipo de cambio flexible, consolidación del tema fiscal, y una posible reforma tributaria para mitigar cualquier impacto en las clases menos favorecidas; buenos puntos en una zona marcada por el fuerte impacto del dólar ante la caída de los negocios en China.
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