Emigrar a Ecuador: Un país cada día más lejos del chavismo

Emigrar a Ecuador: Un país cada día más lejos del chavismo

El último motivo para recelar de Ecuador como destino para emigrar comienza a difuminarse: el apoyo a la revolución bolivariana. Quienes huyen del hambre, la inseguridad y la escasez en Venezuela, encuentran cobijo en la nación gobernada por Lenín Moreno, que también se aleja de su antecesor Rafael Correa. Pero en esa nación también hay secuelas económicas por la crisis del crudo, y quizá no hay pan para tanta gente. Escrito por Alberto Andreo para El Estímulo.

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Cerggy Márquez tardó cuatro días en llegar a Quito. Una complicada travesía, con parada incluida por la peligrosa y atestada frontera con Colombia, que le llevó desde Maturín hasta la capital del Ecuador. Era el destino que anhelaba desde hacía meses para poder comenzar una nueva vida con se esposa y su hija, quienes le siguieron poco después de que él consiguiera hace más de un año un trabajo en la construcción. “La situación económica y la inseguridad en Venezuela son una calamidad y allá, a mis 32 años, no tenía nada y ni esperanza de tenerlo”, recuerda. Márquez es solo uno de los miles de venezolanos empujados por la complicadísima situación económica y social que vive el país. “Sin fecha de regreso me vine”, afirma Cerggy, quien se desempeñaba en su Maturín natal como Técnico Superior Universitario (TSU) en el sector automotriz.

Clásico oriental, grande, moreno y orondo, desde que se terminó la obra en la que trabajaba en Quito vende empanadas, arepas y café en La Carolina, un parque en la zona centro-norte de la capital ecuatoriana, lugar donde decenas de compatriotas se concentran con sus neveras y manteles repletos de productos venezolanos como cigarrillos Belmont, galletas Susy, Cocosette o paté de Diablitos. “Con lo que saco con la venta de comida acá me da para un salario mínimo (375 dólares), dinero con el que se puede vivir bien”, afirma con su gorra con la bandera venezolana calada y su camiseta de la Vinotinto.

Los números del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) de Ecuador sobre la llegada de venezolanos al país no engañan. En el año 2012 un total de 45.701 entraron en el país y para el 2015, año del que se facilitan las últimas cifras, ya se habían más que duplicado: 105.533 entradas. En cifras totales solo fueron superados, a datos de entradas de 2015, por colombianos (348.151) y peruanos (165.223), países fronterizos,  y por estadounidenses (263.081).

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La jefa de la Unidad de Control Migratorio de Rumichaca en la frontera con Colombia, Gladys Yambay, dijo a la agencia AP que aumentaron de 10 a 14 ventanillas las dispuestas en ese punto de control para atender la ola de venezolanos que llegan por vía terrestre, unos para quedarse en Ecuador y otros para proseguir su travesía hasta Perú y Chile, según reporta El Universo.

El fenómeno se acentuó con la implantación de la constituyente de Nicolás Maduro, tanto que las 14 ventanillas permanecen llenas, según el rotativo. “Cada día ingresan cerca de 2.000 venezolanos por esta frontera”, dijo Nelly Reina, jefa de Migración en Carchi, al cierre de julio. Un mes antes el promedio diario no sobrepasaba los 800 ingresos entre todas las nacionalidades.

“No hay nada más chavista que la constituyente”, afirmó Diosdado Cabello el 17 de junio. Una idea que dos semanas antes había lanzado Elías Jaua. Pero en Ecuador, el apoyo gubernamental a la “revolución bolivariana” comienza a deslavarse. El presidente Lenín Moreno, en un mensaje televisado el 14 de agosto, mostró su preocupación por la “cantidad de presos políticos” en Venezuela y por las muertes ocurridas durante las intensas protestas vividas en el país.

Además, las relaciones del mandatario con su antecesor Rafael Correa, que estuvo en el poder una década completa hasta mayo de 2017, están en punto crítico. El expresidente, ha llamado a sus seguidores a “rebelarse” para defender su gestión y posible nueva postulación presidencial. “Siempre supimos que (Moreno) era una persona sin convicciones, pero jamás nos imaginamos su nivel de deslealtad”, lanzó el exmandatario sobre quien fuera su Vicepresidente.

La emigración  no es un juego

La situación de Ecuador en los últimos meses va de la mano, aunque en mucho menor grado, de la de Venezuela. Los disminuidos precios del petróleo ha hecho sufrir la economía, y el manejo administrativo del gobierno recién terminado ha sido criticado por la actual gestión. Por eso, Lenín Moreno anunció “medidas” económicas “de austeridad” para atacar la “crisis económica”. Así, se ha recortado el gasto público, vendido activos estatales y subido impuestos. Además, el país se recupera poco a poco del devastador terremoto de 7,8 grados en la escala de Richter que en abril del año pasado arrasó parte del noroeste.

No obstante, es fácil deducir que el venezolano busca en Ecuador lo que le falta en su país: seguridad, abastecimiento y dólares. Que la moneda de uso sea la del gigante estadounidense llama mucho, como en Panamá, pero con la diferencia del costo de vida. Además, la visa convenio acordada entre Venezuela y Ecuador facilita el trámite.

Marcos Mavares es uno de los fundadores de la asociación Venezolanos en Ecuador. Llegó al país en octubre de 2014 y desde febrero de 2015 se encarga junto con otros dos compatriotas de ayudar a los interesados en viajar al país de la mitad del mundo en busca de futuro. Asegura que en los últimos meses las preguntas que reciben a través del email y del teléfono han aumentado “exponencialmente, se nota la gravedad de la crisis alimentaria y de seguridad”. Diariamente asegura que responde a 15 consultas y que “el 85% están relacionadas con el empleo”. A falta de datos concretos, cerca de 30.000 venezolanos votaron en Ecuador en la consulta organizada por la oposición venezolana el pasado 16 de julio, según datos de la organización cofundada por Mavares. No se sabe su situación migratoria, por lo que pensar en una cifra mayor no es descabellado.

Mavares decidió salir de Venezuela por lo mismo que el resto: inseguridad y escasez, dejando su trabajo en una planta ensambladora de automóviles en Valencia. Sin embargo, advierte ante una emigración no planificada y desinformada que ha visto en las últimas fechas entre los venezolanos que llegan al país. “Ecuador no es el salvavidas de 2014, esto es distinto en 2017. Hay que asesorarse y documentarse mucho para saber a qué atenerse”, aconseja. “A eso hay que sumarle que el venezolano no tiene cultura migratoria”, se lamenta.

A pesar del pesimismo, según Venezolanos en Ecuador, entre enero y julio de este año 79.000 venezolanos llegaron al país, dando pie a situaciones confusas como la de hace unos días, cuando la redes sociales y diversos asambleístas opositores ecuatorianos  aseguraron que 800 venezolanos se les negó la entrada al país desde Colombia por uno de los pasos principales del norte, situación negada posteriormente por el Gobierno en un comunicado.

Oscar Obando secunda a Mavares: “El venezolano no sabe emigrar. Llega aquí y quiere convertir esto en Venezuela y por eso choca. No terminan de entender que este es un país con leyes, que hay que respetarlas y que eres tú el que se tiene que adaptar, no ellos”. TSU en zootecnia de 48 años y oriundo de Ciudad Ojeda, llegó hace más de un año siguiendo a su pareja, Mery Medina, peluquera de 46 con dos años de emigrada. Por el movimiento que tiene su puesto en La Carolina, se adivina que es uno de los que más gusta. Dos neveras de anime posados sobre dos taburetes y refugiados del inclemente sol ecuatorial guardan arepas, quesillos, nata y el producto estrella: cachapas. No tienen ningún plan para volver, más bien ya está organizando el viaje de su hija desde Venezuela.

Venezolanos cualificados

De los 105.533 venezolanos que entraron en 2015, un total de 23.013 fueron calificados dentro del área de ‘profesionales, científicos e intelectuales’, 17.674 en la de ‘personal de apoyo administrativo’ o 4.837 como ‘técnicos y profesionales de nivel medio’.

Gustavo Díaz y Jesús y Leonardo Jasper son ingenieros. Los tres tienen 26 años, son de Caracas y llevan, el que más, cerca de un año en el país. Aún no tienen aprobadas sus visas laborales. “Me han llamado para trabajar, pero sin papeles no ha habido suerte”, comenta Leonardo, el primero de los tres que llego al país. Hasta que tengan el requisito, comparten apartamento en el sur de Quito con más paisanos “todos profesionales” que se contentan con que, “al menos uno aquí tiene calidad de vida”, como interrumpe Gustavo.

Yerily Contreras, contadora pública de 24 años, salió “huyendo” desde Mérida junto con su esposo Ricardo Moreira, de 23, hace unos meses. Vendieron sus dos automóviles y llegaron a Ecuador a trabajar “vendiendo resorts” gracias a un contacto con una amiga que ya lleva un tiempo en el país. “Sabemos que somos bastante afortunados por tener empleo nada más llegar”, afirma él. Pero se rebuscan vendiendo empanadas en el parque La Carolina, como los ingenieros.

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Otra opción, la inversión

‘La Marquesa’ llama desde el color rosado de su cartel a los universitarios de la zona. Luis Salas decidió invertir los ahorros de su vida, 17.000 dólares, en esta “panadería-pastelería con complemento de restaurante” como él mismo la califica, tras pasar un año en el país sopesando dónde poner sus billetes verdes. Caraqueño divorciado de 58 años y con tres hijos, no es el inmigrante al uso pero conoce lo que es buscarse la vida. Antes de dedicarse al transporte desde Maracay trabajó cargando maletas con la aerolínea Viasa a principios de los años 80 en Miami y también estuvo en España.

Asegura que le está “yendo bien” y en su negocio da trabajo a siete personas, entre las que se encuentra su hija Soraya, de 23 años, mientras espera a los otros dos, de 25 y de 14 años respectivamente. Cansado de los altos precios de los repuestos para sus gandolas y de la situación económica, eligió Ecuador “por las facilidades para la inversión y por la visa convenio” aunque, advierte “trabajo de lunes a sábado”. “Todo mi futuro y mi patrimonio ahora está aquí”, afirma mientras se toma un descanso de servir menús.

Pero advierte que no es un camino de rosas. “Cinco jóvenes que vinieron hace unas semanas y que conocí en el hostal en el que resido ya se regresaron porque no consiguieron nada, y tres más están que se devuelven en breve. La situación no está tan fácil como la gente piensa”.