La emoción agridulce de la emigración venezolana | YoEmigro.com

La emoción agridulce de la emigración venezolana

“El psicólogo Juan Carlos Arreaza asegura que la adaptación psicológica de quien decide dejar atrás el terruño puede tardar hasta dos años y lo mismo ocurre con sus familiares”. Emigrar no es sólo dejar atrás el país donde se nació y creció, sino -muchas veces- aprender a vivir con la ausencia del roce familiar. Así lo reseña el periódico venezolano ElTiempo.com.ve; con un trabajo periodístico de Jorge Hernández:

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Más de dos millones de ciudadanos –según el Observatorio de la Voz de la Diáspora Venezolana- han optado por el exilio en los últimos 18 años, lo que ha ocasionado -a juicio de especialistas- una desintegración no deseada.

De acuerdo con la investigación, Estados Unidos y España son los países que más han recibido a los criollos. Entre 400 y 500.000 personas se encuentran en Norteamérica y 300.000 residen la nación ibérica.

Sacrificios

“No creo que nadie quiera alejarse de sus seres queridos por gusto. Todos quisiéramos estar junto a nuestros padres, en los momentos de alegría y tristeza. Un buen abrazo de mi madre, siempre me hará falta”, señala Daniel Rivero, quien llegó a Chile hace un año.

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Confiesa que uno de los “grandes pesares” fue dejar a su mamá, de 55 años, para emigrar, debido a que padece una condición que le dificulta las tareas manuales. Sin embargo, a Rivero le consuela la idea de poder ayudarla económicamente desde la distancia.

El joven de 26 años cuenta que no logró terminar la carrera universitaria, pero aún tiene en mente cursar estudios superiores en el país que lo recibió.

“Todos salimos con propósitos firmes y claros, que no se deben cambiar”, apunta.

Rivero comenta que tuvo que vender todos los artículos del hogar para poder trasladarse a su nuevo destino. “Todo lo oferté para poder cancelar los pasajes en bus. No me arrepiento, hice lo correcto”.

Estabilidad

Oswaldo Saldivia, quien es periodista y actualmente labora como encuestador en la ciudad de Buenos Aires (Argentina) dejó a su esposa e hija de 5 años en Anzoátegui, con el fin de estabilizarse y poder llevarse a su familia al nuevo terruño.

Aunque en la entidad se desempeñó en puestos gerenciales de una reconocida cadena de farmacias del país, se fue con la idea de trabajar en cualquier oficio que le permitiera surgir, para así ayudar a los suyos.

“No fue fácil dejar a mi pequeña. Me hará falta en los días del colegio. Pero uno tiene que saber que todos los sacrificios son por la familia. Ella merece todo lo mejor”, refiere.

Saldivia confiesa que uno de los temores más grandes que siente la mayoría de los venezolanos en el exterior, es recibir una “mala noticia” y no poder regresar al país, de forma inmediata.

“¿Cómo hacemos si nos avisan que murió un familiar, por ejemplo? No podemos ir”.

Adaptación

El psicólogo Juan Carlos Arreaza asegura que las redes sociales han minimizado el impacto emocional que deja el exilio. Sin embargo, afirma que la calidez familiar “no se cambia por nada”, ni por la comunicación diaria vía web.

“La maravilla del Internet permite que el proceso sea menos doloroso. Hay recursos, como las videollamadas, que ayudan a acercarnos al contacto cara a cara”.

Dice que pese a la tristeza e incertidumbre que genera el hecho de emigrar a otro país, por lo general, es necesario aprender a sobrellevar el proceso natural de adaptación sin permitir que llegue la depresión. “La familia sufre porque está convencida que el 50% de los que se van, no regresan”.

El especialista precisa que se necesita de uno a dos años para completar la adaptación, construyendo nuevos conceptos de hogar y desarrollando nuevos afectos.

“Así como no es fácil para el que se va a buscar un mejor futuro, dejando el amor familiar y sus bienes adquiridos, mucho menos lo es para los que se quedan sin saber qué le deparará el destino a su ser querido”, puntualiza.

Arreaza resalta que Venezuela dejó de ser un país receptor de inmigrantes, para ser exportador de ciudadanos dispuestos a “experimentar”.

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