Guillermo Cochez: "¿Podríamos tener un Chávez en Panamá?"

¿Podríamos tener un Chávez en Panamá?

Este es un artículo de opinión escrito por el ex embajador de Panamá ante la OEA, Guillermo Cochez, publicado en la página web del periódico venezolano El Nacional:
Guillermo Cochez - Podriamos tener un Chavez en Panama
A principios de 1994, Hugo Chávez, al salir de la cárcel por el violento intento de golpe militar de 1992, realizó un periplo por diversos países vendiendo su tesis de la antipolítica: los partidos políticos desfasados y las clases poderosas corruptas eran la razón por la que los pueblos no avanzaban. Era menester un cambio profundo.
En Panamá, el embajador de Venezuela era Luis Ochoa Terán, tradicional adeco. Nos pidió que lleváramos al militar visitante al programa “Fuego Cruzado” que Mario Rognoni y yo mantuvimos diariamente en TVN Canal 2 por 53 semanas entre 1994 y 1995. La gente estaba entusiasmada por Chávez porque para muchos representaba el cambio que necesitaban los venezolanos, asolados por una política partidista que lo único que tenía en mente era como repartirse el poder; que los intereses económicos permanentemente se imponían sobre los del colectivo. Donde el poder judicial estaba del lado de los poderosos y las clases sociales marginadas sólo recibían las migajas del presupuesto estatal.
El Chávez que conocí nunca me pareció ni comunista, ni socialista ni nada que se le pareciese. La negación de la visa para visitar Estados Unidos en 1994 le dio la segunda herramienta para su discurso: el antiamericanismo. Argumentando que era política de ese país no otorgar visado a acusados de golpistas, a Chávez le sumaron otro as a su anti partidismo. Rápidamente de un 3% de aceptación que tenía fue superando a una gama de partidos tradicionales divididos, hasta una antigua Miss Universo, Irene Sáez, que competía por el Social Cristiano Copei. Así ganó en segunda vuelta en el ´98 contra el gobernador Salas Romer, disidente de Copei.
El caldo de cultivo para tener a un espécimen como Chávez llegando al poder fue precisamente la galopante corrupción que se dio en el sistema político venezolano, donde los partidos se alternaban el poder, pero los cambios sociales demoraban mucho en afectar a los más necesitados: los principales aliados de Chávez, a los que se sumaron muchos de la llamada oligarquía que también clamaban para un cambio en la política del país, donde era muy limitada la participación social por el dominio que los partidos tenían sobre todo. Su ascenso al poder fue aprovechado por una Cuba que necesitaba aliados (y urgente ayuda económica) que le hizo ver el gran líder lo que llegaría a ser con esa independencia del “imperio norteamericano”, papel del cual se enamoró Chávez, emprendiendo su llamada revolución del siglo XXI, creando un confuso y corrupto socialismo, aupado por sus “padrinos” de Cuba. No sería de extrañar que en privado los jefes cubanos hicieran mofa de las excentricidades de Chávez y de las sanguijuelas sin ideología que durante su reinado se le pegaron para esquilmar a Venezuela, hasta entonces un país rico. 
¿Será posible un Chávez en Panamá? Creo que sí: los políticos criollos siguen abonando rápidamente el terreno para que emerja alguien así. Ya tuvimos una muestra muy elocuente, aunque con otro signo, y que mucha gente, al igual que en Venezuela, al principio apoyó: Ricardo Martinelli. Después de cuatro gobiernos “democráticos” desde 1989, donde poco que no fueran parches se hizo para afianzar la institucionalidad del país, llegamos a Martinelli en 2009. Como me comentara el diplomático norteamericano John Maisto, al ganar con 62% de la votación, pensó que era el dueño de igual porcentaje de las acciones de las República. Insaciable como era, trató de tener el 100%, comprando cuanto diputado pudiera, nombrando a cuestionados abogados en la Corte Suprema y en la Procuraduría, tratando de decapitar al Tribunal Electoral y de controlar hasta la Junta Directiva del Canal de Panamá. En el camino, al igual hizo Chávez con sus amigos y colegas militares, tratando de apoderarse de la mayor cantidad de negocios en el país.
Por eso, ante la imposibilidad de perpetuarse mediante la reelección que soñó, gastó sin recato los recursos del Estado para lograr que su candidato José Domingo Arias ganará y así perpetuarse en el poder, teniendo a su escogido como su títere. Ese plan, afortunadamente no resultó ante el triunfo de Juan Carlos Varela.
Pero, al paso que vamos, con un cambio de estilo menos estridente, es poco lo que ha cambiado con Varela: igual control de la Asamblea Nacional mediante censurables prácticas corruptas que nadie quiere investigar. Un Órgano Judicial y un Ministerio Público que no generan mística y no dan el ejemplo a sus funcionarios y mucho menos confianza a ciudadanía. Una práctica de favorecer a ciertos grupos que impiden que las promesas de transparencia se conviertan en realidad.
De haber ganado el candidato de Martinelli no sé dónde estaríamos, pero al paso que vamos, la corrupción política está haciendo aguas en la boca a más de cuatro porque se está cocinando a fuego lento la emergencia de un Mesías, como sucedió en Venezuela con Chávez en 1999, dándole el discurso de reivindicación social que tanto entusiasma a los más desposeídos y que con tanta facilidad aprovechan los corruptos marxistas de hoy.
Guillermo Cochez /Abogado y político panameño
[Fuente: El-Nacional.com]