Testimonio con golpe de realidad: De esta lección algo tenemos que aprender | YoEmigro.com

Testimonio con golpe de realidad: De esta lección algo tenemos que aprender

Para nadie es un secreto el éxodo que vive actualmente Venezuela, todos los días escuchamos historias como: Fulano de tal se fue del país, mi vecino se fue la semana pasada… para no ir muy lejos, estoy seguro de que cada uno de nosotros tiene un familiar directo, que bien, ha tomado la decisión de irse definitivamente o  bien, ya se fue y está trabajando en otro país.

Esas historias las oímos en todos lados: En las colas, en el transporte público, en la calle, en conversaciones con compañeros de trabajo, en nuestra comunidad, en fin, en muchas partes nos enteramos de gente que se ha ido o que están a punto de hacerlo.

Me sorprende ver las vueltas que da la vida, recuerdo que hace 30 años éramos una nación que recibía a gran cantidad de emigrantes, tanto de nuestro cono del sur así como de Europa y de Centroamérica, cada uno de ellos con sus distintas costumbres y tradiciones que aportaban un grano multicultural a nuestro país.

A veces pienso que, como no estábamos acostumbrados a emigrar, no teníamos la más mínima idea lo que era comenzar de nuevo, siempre teníamos tiempos difíciles, pero por alguna razón extraña los superábamos y seguíamos adelante, al parecer éramos más optimistas y entre el abanico de opciones, nunca jamás consideramos dejar nuestra terruño para ser “peregrino en tierra extraña”, sin embargo, hay que reconocer que la calidad de vida de la Venezuela de hace 30 años era tremenda nota: Estudiabas, te graduabas, trabajabas con todas tus ganas, buscabas tu experiencia laboral y finalmente lograbas el trabajo de tus sueños.

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Con lo que ganabas, te podías llevar una vida frugal con tus gastos: Comprar comida, calzado, arreglar el automóvil y pagar la universidad. Con las utilidades comprabas una nevera o una cocina, estrenabas ropa, te podías ir de vacaciones y sobre podías ahorrar (una palabra que hace años que no escucho).

Para otros que simplemente querían ser ellos mismos también tenían sus ganancias, observaban oportunidades en el mercado, las necesidades de la gente y basado en ello elaboraban un producto y/o servicio que llenara las expectativas de las personas y ganaban su platica. Es así como muchos nacionales y extranjeros establecieron sus propios negocios como: Panaderías, zapaterías, restaurantes, almacenes, entre otros.

Eran buenos tiempos, todos parecíamos felices, pero la pregunta aquí obligada es: ¿cómo llegamos hasta aquí?, ¿en que nos hemos equivocado?

Más allá de un modelo económico fracasado y la falta de preparación de algunos gobernantes para ejercer cargos políticos (que también influye), hay algo que quisiera resaltar: Viveza Criolla.

Según Wikipedia el término Viveza Criolla se define como: …una especial filosofía de vida, de querer siempre obtener alguna ventaja, de querer siempre recorrer la línea de mínima resistencia y mayor comodidad…( )

Vanessa Casanova (2012), investigadora del Laboratorio de Antropología Social y Cultural de la Universidad del Zulia dijo: “La Viveza Criolla es la disposición a hacer trampa, picardía, a burlar normas, a desobedecer reglas de convivencia, pautas morales y jurídicas, siempre en beneficio propio y en detrimento del otro. El vivo busca tomar ventaja de algo en el momento o lugar que no le corresponde”.

En lo personal la definición más corta de Viveza Criolla es: “Deshonestidad en pequeña escala”, ese defecto que llevamos en el ADN, esas ganas de sacarle provecho a la situación, ese defecto de pensar sólo en nosotros mismos y dejar a los demás a un lado, es lo que, en definitiva, nos ha convertido en lo que somos ahorita.

El asunto es que desde un tiempo para acá un porcentaje de la población se ha acostumbrado a buscar atajos para las cosas: Ser gestores de trámites (que en realidad son gratis), cobrar de más en cualquier transacción, tragarse la luz roja, lanzar basura a la calle, orinar en cualquier sitio, pagar para agilizar un proceso, en fin, para muchas cosas y, aunque parezca algo sencillo, esas cosas pequeñas, nos ha llevado a lo que actualmente somos. No conforme con eso pretendemos exportar esas “malas mañas” a otros países y es allí donde empiezan los problemas.

Señores, no podemos seguir así, el resto del mundo no es como Venezuela, hay países que si bien no son desarrollados SI SE CUMPLEN LAS LEYES, donde los habitantes no son perfectos pero que están acostumbrados a HACER LAS COSAS BIEN, a esforzarse por seguir las normas básicas de convivencia social y de ser ciudadanos.

He escuchado infinidad de historias donde hay ciertos venezolanos que quieren hacer lo mismo que hacían aquí, se quieren adelantar en las filas, lanzar basura en la calle, montar un tarantín en la esquina, revender productos al estilo bachaquero y muchas cosas más. Incluso hay otros que van más allá, empiezan a infringir la ley pensando que la policía de ese país le otorgará una especie de beneficio y que después podrá seguir su vida como si nada hubiese pasado.

Hay otros que sufren de lo que yo llamo “El Síndrome de la Alfombra Roja”, llegan con una especie de jactancia y prepotencia queriendo ser mejor que los demás, esperando ser recibidos con honores porque en su país fueron universitarios, porque pertenecieron a cierta clase social y trabajaron en grandes empresas solamente para continuar con su estilo de vida en el país que los recibe.

En una ocasión estaba en la Zona Educativa de Barquisimeto y una mujer llamada Mariela (no se me olvida ese nombre), estaba acompañando a un joven a hacer su trámite para legalizar sus notas, la secretaria muy amable le decía ciertas indicaciones y cuando no se pudo hacer su gestión ella exclamó: “¡Tienes que atenderme porque yo soy abogada!” Fue tanto su alboroto y prepotencia que todos los que estábamos ahí decidimos, por votación unánime, cederle el turno para que se fuera de una vez.

Hay otros que no desean adaptarse a la cultura y quieren que todo el mundo los entienda con sus “modismos y su manera de ser”, cuando somos nosotros los que ocupamos un espacio que no nos pertenece y, queramos aceptarlo o no, por el momento no gozamos de los mismos derechos y privilegio que ellos.

Recuerdo muy bien el caso de una joven de Barquisimeto que está en República Dominicana, ella tiene un salón de belleza y cada vez que alguien quiere comunicarse con ella, hay que traducirle lo que dice porque, según ella: “Yo soy así y todos tienen que entenderme”.

Me estoy dando cuenta de eso porque, si bien la mayoría quiere emigrar por buenas razones, hay otros que con su comportamiento se están encargando de crear una mala reputación en nosotros y hacer que esas pocas puertas que se están abriendo se cierren algún día por completo.

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Ya hay países que nos exigen cierta cantidad de dinero para entrar, otros nos piden una visa, hay otros que nos miran con cierto desprecio porque piensan que los vamos a invadir (en parte a la xenofobia) e incluso, hay otros que han empezado a apretar las tuercas sancionando leyes migratorias para crear una especie de “filtro” donde no todo el mundo pueda entrar.

Mi pregunta es: ¿No hemos aprendido de nuestra misma historia?, ¿acaso no fue eso lo que nos llevó a lo que somos actualmente?

Por lo tanto mis amigos, emigrar no es fácil, por esa razón no todos pueden irse. Al salir de Venezuela estamos aceptando que estamos dispuesto a seguir la constitución de ese país, a “patear las calles”, a empezar de cero, a cumplir las leyes, a aceptar las costumbres y lo más importante: A contribuir con el desarrollo de esa nación; en pocas palabras, nos estamos comprometiendo a ser parte de la solución y no del problema.

En todo esto podemos contribuir, debemos aprender del país que vamos a vivir, conocer sus leyes, sus costumbres, sus defectos y sus virtudes, no todos los países son iguales, hay unos con leyes rigurosas, hay otros que apenas nos están conociendo y nos están abriendo las puertas, debemos acostumbrarnos lo más rápido posible para ser parte de ellos, seguir las reglas y sobre todo ser humildes, porque esa esa humildad la que ha llevado que otras naciones a adaptarse sin hacer ruido.

Recuerda que estás en un nuevo país, al principio todo te parecerá extraño, te invadirán las dudas, te sentirás solo, algunas veces te deprimirás, quizás no consigas trabajo, extrañarás a tu familia y a tus amigos, tu experiencia con los nacionales quizás no será la mejor, pero todo ello es parte del proceso, de hecho, todos tenemos que pasar por lo mismo.

En ese nuevo país nadie te conoce, no saben quién eres, ese título que te costó sangre, sudor y lágrimas a lo mejor no tenga validez… pero es una nueva oportunidad, una nueva manera de ver las cosas, ve el lado positivo: Conocerás a nuevas personas, tu mente se abrirá, tendrás chance de progresar como no lo habías hecho antes y sobre todo, algo dentro de ti cambiará al vivir este nueva experiencia.

Los seres humanos por naturaleza necesitamos comunicarnos, por ello no te encierres en tu propia esfera, date la oportunidad de entablar amistades, conoce sus historias y sus modos de vida. Si vas a un país donde no se habla español, esfuérzate por aprender el nuevo idioma, no tengas temor de aprender cosas nuevas, nadie nació aprendido. Aunque todos tenemos temor a lo desconocido, también tenemos sueños y metas, cosas que debemos hacer antes de partir de este mundo y ese debe ser tu motor para avanzar y seguir adelante.

Deja de una vez y para siempre la viveza criolla, esfuérzate por hacer las cosas bien y de llevar el tricolor en tu corazón. Hay algunas cosas a nuestro alrededor que no podemos controlar (el clima, la economía, el humor de otros) pero hay algo que si podemos controlar y es nuestra ACTITUD, el humor, las ganas de seguir adelante, de ver el vaso medio lleno y no medio vacío.

No serás ni el primero ni el último en emigrar, las estadísticas son muy grandes, pero de lo que estoy seguro es que todos fuimos creados para triunfar, para ser grandes y jamás para fracasar. Cada desafío tiene su lección y está en ti en tomar lo mejor de eso y hace que juegue a tu favor.

Actualmente nuestro país está pasando por un proceso, por eso insisto en que, tanto los que están en el exterior como los que están aquí, tenemos algo que aprender, la historia nos ha enseñado que algunas veces tenemos que tocar fondo para ser mejores. Por ejemplo, el pueblo de Israel una vez que hubo murmurado contra Dios, Él los hizo caminar en círculo por 40 años hasta que esa generación dejó de existir y fue completamente digna de entrar a la Tierra Prometida.

Nuestro sueño es que Venezuela sea el misma de antes, que haya prosperidad, que podamos comprar todo lo que queramos sin hacer cola, que nuestros hijos crezcan conociendo sus costumbres y tradiciones, que podamos salir a la calle sin miedo y que sea en esta tierra que podamos cumplir nuestros sueños. No olvides de dónde eres, nunca niegues tu nacionalidad, eso es más que un papel o documento, es la esencia de la vida misma.

Sé que Dios nos bendecirá a medida que hagamos las cosas bien, el objetivo de nosotros es que seamos felices, por eso haz bien tu parte en este proceso, el mundo te espera, el éxito es para todos, nuestros sueños pueden hacerse realidad, pero si queremos que el Dios del Universo incline la balanza a nuestro favor, no importa dónde te encuentres en este momento, pon todo tu empeño en ser mejor persona y sobre todo, en ser un mejor ciudadano en el país que desees llegar.

Enviado a [email protected] por José Ramírez