Testimonio: Los panameños exigen agradecimiento pero no se lo ganan

Testimonio: Los panameños exigen agradecimiento pero no se lo ganan

El siguiente testimonio fue enviado a InmigrantesEnPanama.com por el venezolano Jeiber Salcedo:
Agradecidos y que se nos note
La semana pasada, mientras todo el mundo hablaba de la protesta que se haría este domingo 20 en la Cinta Costera de Panamá en contra de los venezolanos, y en todos los periódicos había artículos de opinión a favor y en contra de los inmigrantes; leí un comentario en esta página InmigrantesEnPanama.com escrito por un panameño que decía que él no es xenófobo, pero que los extranjeros no solo tenemos que estar agradecidos con su país, sino que, más importante aún; ¡¡se nos tenía que notar!!
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Eso no es algo aislado. A pesar de que a la marcha de la xenofobia solo fueron cuatro gatos, la verdad es que la mayoría de los panameños habrían ido a la fulana cadena humana si no fuera por miedo a salir en las fotos, porque yo me acuerdo que cuando el problema de la venezolana Rita Garcia de Zedde, los comentarios xenófobos en redes sociales se podían contar por decenas de miles y solamente faltaron las antorchas el día que se organizaron para ir al restaurant donde trabajaba su esposo en el Casco Antiguo, donde supuestamente querían lincharla.
 
La xenofobia del panameño es cultural, porque usted lo ve en cualquier sitio de este país. Sólo se ríen entre ellos y con los extranjeros siempre es una carota y un mal humor, una seriedad infinita y si creen que los miraste mal o te quejas de cualquier cosa, te dicen «si no te gusta, devuélvete a tu país».
Perdonen, pero una gente que se la pasa exigiendo agradecimiento, con el argumento de que debemos sentirlo porque nos «matan el hambre», como me dijo una vecina la semana pasada o, como escuché hace poco en un supermercado, porque vinimos «a conocer el papel tualé»; definitivamente no sabe nada sobre agradecer.
En Panamá nada es gratis, todo lo cobran. Aquí nadie me ha regalado nada. Todo lo cobran y bien caro. Con los ahorros de toda mi vida y mi trabajo honrado pago a empresas y supermercados panameños por cada bocado de comida que se llevan mis hijos a la boca, por el techo debajo del que dormimos, por las medicinas cuando nos enfermamos.
 
Además, pagamos los trámites migratorios más costosos de América Latina y dejaron a mi esposa en un limbo porque le dieron permiso de residencia como profesional extranjera para después negarle el permiso de trabajo. Además de eso nos tratan mal, ¿y también tenemos que estar agradecidos y que se nos note?, ¿qué es eso de que se nos note el agradecimiento?, ¿qué se fumó esta gente?
Yo agradezco a quien me salga del forro agradecer. Si me sale del forro, puedo dar las gracias a alguien que me aguante la puerta cuando voy detrás de él o ella; pero aquí ni eso porque los panameños, y especialmente las panameñas, creen que se lo merecen todo y te tiran la puerta en la cara. ¿Cómo quieren que les agradezca algo si cuando los saludas, o das los buenos días, tardes, noches te miran con desprecio y odio? ¿o es que quieren que agradezcas «y se te note» cuando entras al elevador, saludas y nadie responde?
Yo llegué con ganas y deseos de agradecerles el estar en un país con un poco de seguridad, tranquilidad, abastecimiento y cierto grado de estabilidad política y económica, pero a medida que pasaba el tiempo y veía que poner mi mejor sonrisa, ser educado, usar los modales y la buena educación al interactuar con la mayoría de los panameños y sólo recibir a cambio malos tratos, miradas odio y desprecio y que me hicieran sentir como una basura; se me fueron quitando las ganas de agradecerles algo.
Ellos mismos con su actitud y su prepotencia han matado las ganas de la gente de agradecerles algo. Lo siento panameños, estoy en su país y no les agradezco nada, salvo malos ratos y haber gastado aquí los ahorros de mi familia, en un sitio que no lo merece, y no me estén botando, porque no me voy a ir, aquí me quedo al menos hasta que recupere parte de lo invertido, ustedes no merecen que les regale mi dinero. Por lo tanto, yo respeto pero no agradezco porque no se lo merecen.
Jeiber Salcedo