Desde que llegué a Madrid, me he mantenido alejada de los venezolanos lo más que he podido, mi círculo de amistades es la de mi novio, madrileño de pura cepa, por lo que la mayoría son españoles, luego de lo que me pasó la última vez que fui al país y de todo lo que les he contado en mis artículos anteriores, decidí sumergirme por completo en la cultura española, claro, sin perder mi esencia, ni dejar de comer mis deliciosas arepas.
Pero, con la llegada masiva de paisanos debido a la agudización de la crisis venezolana, pues, ahora cada día es más común escuchar nuestro peculiar acento en todos lados, en el metro, en los restaurantes, el chico que atiende en McDonald’s, el que te trae la pizza o la comida china o el que atiende en Movistar cuando llamas a reclamar o preguntar algo.
En resumen, ahora mis paisanos están en todos sitios, eso no me parecería malo de no ser por las cosas que les contaré a continuación y que me preocupan mucho, porque siento que sin darnos cuenta el gran nombre de nuestro país podría irse a la mierda por culpa de personas como las que les contaré más adelante. Sí, sé que son pocos, pero unos pocos arruinan la reputación de todos, y de verdad, es terrible y vergonzoso cuando este tipo de cosas pasan.
El primero de ellos es el caso que me relató un amigo de mi novio, sobre un chico venezolano de unos 22 años, que está en España bajo la figura de solicitante de asilo político sin necesitarlo porque en realidad según ha explicado a viva voz él simplemente militaba en un partido de oposición en Venezuela y pasó 8 días preso durante las protestas de 2014. Y se jacta de que no necesita trabajar ni nada porque el gobierno español le da dinero, le da vivienda y lo mantiene, por lo que puede darse la gran vida y “rumbearse” todo sin problemas.
Suscríbete al canal de Telegram del abogado "Enrique Vásquez Extranjería" para que estés al día con toda la información sobre extranjería y nacionalidad española
El otro lo tengo más cerca, en mi edificio, de repente se mudaron unos venezolanos en el piso de al lado y otro en el de arriba de mí, que se mudaron con un mes de diferencia, hace tres meses, se acabó la paz en este edificio, aquí nadie escuchaba a nadie, todo era silencio, paz y tranquilidad, lo único que oías era las puertas abriéndose, cerrándose y ya, de vez en cuando, uno que otro sábado alguna reunión como hasta las 10 u 11 de la noche y ya. Pues, esa paz ya no más.
Pues, desde que se mudaron los venezolanos, y sé que son venezolanos por dos razones imperativas: 1. El acento y 2. El olor a arepas; pero por una tercera razón: La ausencia de paz, esto se volvió un desastre, una gritería a toda hora, fiestas y rumbas cualquier día de la semana con música a todo volumen, gritos, peleas, botellas rotas al nivel que yo he tenido que llamar a la policía en dos oportunidades para que los calme, pero ya he visto patrullas no menos de ocho veces yendo a alguno de esos dos apartamentos. Tres meses de locuras, que lo que hacen es dejar muy mal parado el nombre de nuestro país.
Otros son los que escuchas en el metro hablando mierdas de España, burlándose de los españoles, de cómo dicen las cosas, de su acento y de cómo funcionan las cosas aquí y comparándolas con Venezuela haciendo ver que aquí todo funciona “mal”, simplemente porque las películas están traducidas, o burlándose de su acento.
La verdad es que si huyes de tu país porque está vuelto mierda y vas a llegar a otro, que a todas luces y desde todo punto de vista está más avanzado que el tuyo ¿a criticarlo?, ¿a burlarte de ellos? So pendejo, demuestra un poco de respeto por lo menos, especialmente si estás en el metro cantando una música que suena bien mal pidiéndoles su dinero, porque probablemente estás ilegal ¿y te vas a reír de cómo dicen las cosas? Lo mínimo que mereces es que te deporten antes de que dejes mal parados a todos los que venimos de Venezuela.
Perdonen esta descarga, pero no pude aguantarme, es demasiado horrible ver que tantos paisanos actúan de esa manera tan horrible y dañina.
Por favor, si se vienen a España, acepten que aquí hablan distinto y actúan distinto a nosotros. Pero que al igual que nosotros la mayoría son personas maravillosas y mucho que ofrecer si los tratas con respeto y empatía.
Escrito por: María Laura Gómez
Este artículo de opinión fue enviado a [email protected] por María Laura Gómez, inmigrante venezolana residenciada en Madrid
