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Venezolanos en Orán cuentan sus historias

Mas allá de las posturas ideológicas sobre la política en el mundo, la realidad se muestra cotidiana y brutal en Venezuela. Los números son inapelables y la migración, solapada en la huida al régimen de Nicolás Maduro, ha dejado a miles de personas sin hogar y mendigando por Sudamérica.

Pese a no ser limítrofe, Argentina no está al margen de este fenómeno migratorio y Salta, con sus pasos fronterizos al norte, se ha convertido en la puerta de entrada de aquellos venezolanos que, por necesidad o temor, se animaron a cruzar por Ecuador, Perú, Brasil y Bolivia para probar suerte en este país austral, donde aguardan por «mejores vientos» en su patria.

Recorrieron más de 4.000 km, muchos de ellos a pie, y llegaron al sur de Bolivia. Desde Tarija optaron por ingresar a Argentina, cruzando Bermejo hasta Aguas Blancas. Algunos se quedaron en Orán y hoy cuentan su historia.

Dos en el camino

Carlos Luis Andueza Sevilla y Antonio José González son dos venezolanos de 43 años que se encuentran en la ciudad de Orán en situación de calle, escapando de la grave crisis por la que atraviesa su país.

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Ambos llegaron en el mes de noviembre a la ciudad norteña, y, aunque sobreviven de la caridad, «la gente desconfía y no podemos encontrar unas changas para sobrevivir».

Si bien Antonio escapó de Venezuela hace tres años, Carlos salió en agosto del 2018.

«Pasamos días y días tratando de cruzar la frontera, por Colombia, Ecuador, Perú, hasta llegar a la Argentina. En el camino conocí a Antonio y continuamos juntos «, comentó Carlos. «Llegamos a Buenos Aires a la Comisión Nacional para los Refugiados e iniciamos los papeles el 4 de enero de este año en la secretaría de la Conare, pero el trámite se nos vence el 11 de febrero y no disponemos del dinero suficiente para renovarlo», afirmó.

Y después volver…

El desarraigo no es sencillo, pero el estar conectados y el encontrarse de vez en cuando con compatriotas ayuda a sobrellevar la distancia, y más cuando la situación es adversa en su tierra. «Sueño con poder tener un trabajo que me permita hacer mis papeles, para ayudar a mi madre, hermanas e hijas hasta que algún día pueda volver a Venezuela», afirma Carlos Andueza.

Mientras tanto tratan de mantener los lazos mediante la música y las redes sociales, herramienta indispensable para estar conectados con su familia y amigos. En Salta existe una página de Facebook que se llama Venezolanos en Salta y tiene casi 300 miembros. Esta página ha sido creada con la finalidad de unir y reencontrar a todos los buenos hermanos venezolanos que intentan rehacer su vida en la provincia.

Agua con azúcar

Carlos asegura que tiene experiencia como operador de zamping, «pero puedo trabajar honestamente en lo que me propongan. Hay días que hemos desayunado agua con azúcar y un trozo de pan como la única comida en el día», relata dramáticamente.

La comparación de los salarios es devastadora: estima que en horas aquí ganan lo que en un año en Venezuela. Por ejemplo, con un salario completo en Venezuela pueden comprar una lata de leche y aquí en Argentina solo con trabajar en los semáforos como limpiavidrios pueden obtener esa suma en un día para adquirir el vital alimento.

No obstante, Carlos sostiene que la situación de desabastecimiento de alimentos y de violencia se agravó en el último año y que esto generó que cada vez más venezolanos escapen. Como los pasajes de avión son costosísimos, la mayoría emprende ahora travesías caminando a través de montañas, pasos ilegales o, en el mejor de los casos, en ómnibus.

Migrantes especiales

El director de Migraciones en Salta, Martín Pérez Estrada, en diálogo con El Tribuno, sostuvo que los venezolanos que llegan a esta provincia tienen la particularidad de contar con algún recurso que los llevó más lejos de los países limítrofes. «En Argentina no tenemos situaciones críticas que obligan a la actuación de la ONU con el armado de campos de refugiados. Eso está ocurriendo en Brasil y Colombia, donde los venezolanos huyen a pie. Los que llegan a Argentina en su mayoría lo hacen pagando pasajes en colectivo o avión. Es otro tipo de inmigrantes», aseguró el funcionario, quien destacó que en Salta la mayoría ingresa por Salvador Mazza, pero no en una significativa diferencia con Aguas Blancas.

Perez Estrada confirmó que los trámites de radicación de venezolanos en Salta aumentaron exponencialmente en los últimos años. En 2015 se efectuaron 12 trámites y en 2016 las gestiones llegaron a 29.

Un año después, en 2017, los venezolanos que se radicaron en Salta fueron 63 y en 2018, en el momento más crudo de la crisis humanitaria, las radicaciones en Salta subieron a 441.

«Los venezolanos que hacen los trámites de radicación en esta provincia quedan con domicilios constituidos en Salta, aunque en la mayoría de los casos luego de obtener la radicación optan por viajar al sur, por lo cual no se puede asegurar cuántos venezolanos están viviendo en esta provincia.

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Huir antes que matar a hermanos 

Antonio José González, hombre de pocas palabras y muchas lágrimas, contó que él se vio obligado a dejar a sus tres hijas y esposa hace un poco mas de tres años.

Sargento mayor del Ejército nacional de Venezuela, relata crudamente su realidad. «Estoy considerado como un traidor a la Patria, por haber abandonado la fuerza por no aceptar la orden de matar a mi pueblo, que es mi familia también, durante las marchas. Ahora estoy gestionando asilo político en la Argentina. Dejamos nuestro corazón en Venezuela», dijo entre lágrimas.

«De valiente»

«Es de valiente salir y es de valiente quedarse, porque el que no se va es muchas veces porque no tiene el dinero para el pasaje o para no dejar su familia. Yo les diría que sigan luchando, porque es lo que nos queda. Yo no tuve opción, o escapar o aceptar las órdenes de mis superiores y matar a mi pueblo», expresó Antonio

Oranenses solidarios

La realidad de los venezolanos en la ciudad de Orán es crítica, a veces consiguen para comer y otras veces no. «Vivimos de la caridad de la gente», afirmaron Carlos y Antonio.

Entre lágrimas solicitaron a la comunidad una posibilidad de conseguir trabajo como ayudante de albañil, jardinero, ayudante de cocina o cualquierr otro empleo honesto. «Estamos dispuestos a trabajar el tiempo necesario, nuestra familia nos enseñó el valor de trabajo».

Si bien han recibido mucha ayuda, en cuanto a comida, una cama algunas noches, teléfono y gente que los ayudó a consultar a migraciones Salta por su situación, necesitan básicamente un trabajo que les permita en primera instancia juntar $3.370 cada uno, que es el costo para realizar una residencia precaria antes del 11 de febrero.

«Para que Maduro abandone el poder correrá mucha sangre», sostiene Antonio.

Reconoce a Juan Guaidó como presidente de Venezuela, pero aún lo angustia mucho esta lucha con Maduro. «Aún falta que corra mucha sangre», remarcó Antonio, que alguna vez fue parte de las fuerzas militares.

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