Así de orgulloso se sintió este venezolano luego de 5 días en Venezuela

Así de orgulloso se sintió este venezolano luego de 5 días en Venezuela

Estoy escribiendo esto mientras espero mi vuelo de Caracas a la Ciudad de Panamá, luego de haber pasado 5 días en Venezuela tras 2 años y medio sin venir… No soy escritor, pero pienso que para hablar con el corazón no hace falta ser un experto en literatura.

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Estuve 5 días en Venezuela, y llegué con mi mente llena de todas las cosas que uno lee y escucha: Sin prendas llamativas para que no me roben, sin ninguna red social en el teléfono para que no me califiquen de «terrorista», con miedo de que supieran que vivo en el exterior y me fueran a robar, con miedo de que me vean y me reconozca algún malandro o guardia del gobierno (es lo mismo) y me quiera joder porque hago videos donde critico a la dictadura. Fui a Venezuela con miedo, ¿es justo tenerle miedo a tu propio país?

Tenía tan bonitos recuerdos de Venezuela, porque a Venezuela la amo con mi vida, pero incluso antes de venir llegué a pensar que de repente amaba a una Venezuela que solo existía en mi mente. Por eso necesitaba este viaje, iba a responder a grandes dudas que tenía.

Hoy después de 5 días en mi país, solo puedo decir: que orgulloso me siento de ser venezolano.

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Las dificultades del país eran muy notables, las calles acabadas, se veía que había gente pasándola muy mal. Hay una división y diferencia social grandísima, gente muy pobre y gente muy «rica» y lo pongo entre comillas porque nadie puede ser rico en un país donde temes por tu vida. (Cabe destacar que ser rico puede significar tener un carro, casa y dinero para comer, algo que en los demás países es lo normal). Sin embargo, en todos lados a los que fui, me atendieron con una sonrisa y una calidez increíble, no sé si tuve suerte, pero después de 2 años y medio, me sentí como en casa.
Cuando venía para Venezuela le comentaba a una amiga, y me dijo «Ven tranquilo, que los buenos somos más». Y lo certifico, en Venezuela la gente buena es la gran mayoría. Y no son 7 millones, ni 8 millones. Son muchos más. Y eso no se evalúa por el partido político al que apoyes, sino por tu actitud ante la vida y ante los demás.

Volví a ver a mis amigos y familia después de tanto tiempo, me sentí en paz, aprendí que la felicidad no tiene nada que ver con dinero, ni ese tipo de cosas, tiene que ver con las personas que te rodean.
Vi con mis propios ojos a niños de 7 años comer de la basura, sentí muchísimo dolor, porque, aunque les regales una hamburguesa para almorzar, igual tendrán que volver ahí para la cena.

Vi los supermercados un poco más abastecidos, ya no hay tanta escasez, pero los precios son desorbitados e imposibles.

Transité por calles donde murieron cientos de valientes hermanos, que dieron su vida por este país. Sentí escalofríos.
El miedo a Venezuela se me quitó en muy poco tiempo, sobre todo cuando estaba en las calles que me crie, uno no le teme al lugar en el que vivió por 17 años, puede que sea una falsa seguridad lo que sentí, pero una vez más, me sentí como en casa.

Mi conclusión es la siguiente, estos gobernantes pueden acabar nuestras calles, nuestras carreteras, nuestros hogares, pero nunca nuestros corazones. Una vez más, «Los buenos somos más». Me llevo de esta visita a Venezuela la convicción de que nací en el mejor país del mundo, y no por sus recursos y paisajes (que son espectaculares) sino por su gente, que, a pesar de tener grandes adversidades, siguen luchando, echando para adelante y con un espíritu inquebrantable.
Desde que me fui siento que cada día me preparo más para el día de mañana regresar a reconstruir mi país, hoy me voy con más fuerza y con sueños aún más grandes. Me comprometo a echarle el doble de bolas. Nunca dejemos de creer en Venezuela, Venezuela vale la pena.

He ido a Portugal, España, Curazao, Panamá y México, y ningún viaje me dio tanta felicidad como este viaje a Venezuela. Hoy montado en un avión, con lágrimas en los ojos y un dolor inmenso lo digo una vez más: Hasta pronto Venezuela, nos veremos de nuevo en Democracia.

Los invito a todos a sentirse orgullosos de ser venezolanos y nunca dejar de creer en este país.

Y una vez más, no soy escritor, solo soy un venezolano más, que se monta en un avión, arma su equipaje, pero por más que lo intente deja parte de su corazón. Tomado de: CrissRTV.