Claves para emigrar de la mejor manera y minimizar el dolor

Claves para emigrar de la mejor manera y minimizar el dolor

La emigración de los venezolanos se ha convertido en un fenómeno recurrente en los últimos 10 años. De manera masiva, cada vez más familias se ven asfixiadas por las condiciones de vida en Venezuela, y emprenden un viaje sin regreso en busca de un futuro mejor, llevándose en la maleta nada más que sueños rotos de su tierra. Fuente.

Especialmente los jóvenes recién graduados o con carreras profesionales a la mitad, pasan por esta decisión de manera apresurada e influenciada por el miedo y la incertidumbre. Pero es importante recordar que esta es una decisión que tendrá efectos de alguna manera en el curso de sus vidas: debe ser tomada de forma serena y responsable, tomando en cuenta las debilidades y fortalezas, no solamente las ganas de huir.

La doctora Cecira Briceño, psicoterapeuta de adultos y sexóloga, inició un estudio sobre la emigración de jóvenes venezolanos en el 2007, junto a la psicóloga Maritxa Montero, ya que algunos pocos pacientes parecían mostrar esta inclinación. Hoy día, esta investigación tiene mayor vigencia que nunca. Los profesionales se dieron cuenta de que este es un proceso indetenible, y que al igual que Chile, Panamá, Colombia, España, entre muchos otros países, en este momento a Venezuela “le tocaba” por primera vez ser el país de desertores, mientras el caos político y económico sea reemplazado y el progreso vuelva a tocar esta tierra fértil.

Hay esperanza de recuperación. Los países antes mencionados tuvieron la suya, y sus emigrantes han regresado para invertir, aportar y recuperar lo que allí dejaron. Venezuela un día podrá ver el regreso de sus días dorados, pero mientras tanto, es momento de que los venezolanos se preparen si quieren emigrar, para que lo hagan causándose un bien, y no dando rienda suelta a la tristeza, la nostalgia y los sentimientos encontrados.

Suscríbete a nuestro canal de Telegram "Inmigrantes en Madrid" para que estés al día con toda la información sobre Madrid y España, ofertas de empleo y más

Al respecto, la doctora Briceño, con diez años observando el fenómeno, ofrece a sus pacientes consultas antes y después de haberse ido, gracias a los avances de la tecnología y el uso de cámaras web. Ella instruye a sus pacientes para que sepan que en todo proceso de decisión intervienen todas las emociones: ira, miedo, tristeza e incluso felicidad. Es normal sentirse aterrado cuando se piensa en la posibilidad, no hay que recriminarse por eso, pero tampoco hay que tomar la decisión bajo el frenesí de una emoción muy fuerte. Hay que tener la cabeza fría, pensar objetivamente.

Además, la doctora ofrece otras claves para tomar consciencia sobre el proceso y enfrentarlo con menos dolor, alivianando las preocupaciones. En un principio, es necesario adaptarse, ya que el inmigrante siempre tiene que flexibilizarse: tiene que comer comida distinta, dormir en una cama distinta, escuchar música diferente y hasta tratar con gente completamente diferente. Briceño se dedica a buscar claves para sobrellevar esta rigidez.

Del mismo modo, ella expresa la comida favorita: el queso blanco, el suero, el ron y la cerveza de la marca fiel, por ejemplo, son cosas que los emigrantes no se podrán llevar y tampoco deben pensar que “pronto van a volver a consumirlas”, para ello aconseja a las personas que empiecen a desayunar cosas diferentes, dejar de prepararse su plato típico y probar el sushi, hacer más huevos con tocineta y panquecas, para abrir la mente y probar cómo se lleva con el cambio, fuera de su zona de comodidad.

El aspecto social también es importante.

La doctora destacó el problema de apego a la calidez del venezolano, ya que este es el único que por naturaleza, conversa en una fila para comprar algo, se hace amigo después de haberse visto una sola vez, comparte la comida o su tiempo con alguien a quien no conoce bien. No hay que dejar que esto quebrante el espíritu de aventurarse.

Además, emigrar debe ser un proyecto que nazca de cada persona. No porque una amiga, un compadre, un vecino o un hermano se vaya, hay que amarrarse al último vagón del tren e ir tras él. No es una competencia de a quién le va mejor: es una decisión más bien familiar, porque al irse, la persona se está separando del núcleo, y va a necesitar apoyo monetario, muchos consejos, consuelos, abrazos y palabras de aliento de sus seres queridos.

Finalmente, la doctora enfatiza la importancia de entender la posición de cada uno de los miembros de la familia, en su postura ante la posibilidad de inmigrar: sus miedos, sus dudas, sus sueños e intereses particulares. Para evitar que la migración sea sinónimo de separación de las familias, es importante que esta se realice con pleno consentimiento de cada uno de los implicados. Los padres no pueden obligar a sus hijos a irse o quedarse.

Una historia conmovedora

En el 2007, la psicóloga Cecira Briceño recibió en su consultorio a una paciente joven que quería discutir sus problemas para tomar una decisión: se quería ir del país. Escandalizada, Cecira le preguntó qué la hacía considerar eso. Las dudas sobre su futuro, su integridad física y su seguridad financiera, le hicieron entender que en la comunidad venezolana estaba ocurriendo un movimiento real:?las personas tienen emociones a flor de piel, todos están aterrados, y no se quieren ir pero tampoco se quieren quedar.

Por esta razón, Briceño encontró vocación en ayudar en el proceso de preparación mental para tal cambio de vida. Se dedica a ayudar a los padres que se preocupan por sus hijos, y a veces los quieren forzar a salir del país cuando estos no quieren, o al contrario, experimentan el síndrome del nido vacío: la sensación que queda cuando los hijos se van de la casa.

Para su sorpresa, muchos de estos padres no solamente piensan enviar a sus hijos a otras naciones, sino que piensan ellos mismos asumir el proyecto de irse, en algún momento. Por ello, necesitan más que nunca un apoyo emocional, ya que si están dispuestos a romper sus esquemas de vida, la meta es que lo hagan de manera feliz y exitosa.

La doctora resalta el aspecto familiar de la decisión de emigrar:?las personas muchas veces no hablan de ello con sus hijos, por temor.

Pero, en sus palabras, “una vez que el miedo está afuera, es más fácil controlarlo y desintegrarlo”.