El próximo 23 de junio los británicos tendrán en sus manos lo que quizás se convertirá en la decisión soberana más trascendental de Inglaterra en los últimos 50 años, aunque muchos analistas dicen que se podría hablar de siglos, querer seguir o no estar dentro de la Unión Europea (UE). La cuarta mayor economía del globo viene perdiendo fuerza, y sus habitantes, aunque saben de la industrialización del país, sienten que el acuerdo con sus vecinos sólo atrasa el crecimiento interno de la nación, por ello, millones piden el famoso “brexit”.
La situación va más allá del simple hecho de un voto, es todo aquello que conlleva edificar una nueva economía en solitario, pero ahora peleando con un mercado unido, que a pesar de las fuertes contracciones y desequilibrios propios, es el de mayor vigencia a escala internacional, haciendo que muchos vean como traición la desincorporación del Reino Unido, o prefieran mantener un perfil diplomático en sus negocios con la Zona Euro.
Estos aspectos ensombrecen la posible salida de Inglaterra del mayor bloque dentro de la geopolítica mundial, lo que ha conducido al Banco Central británico profetizar eventos muy negativos de ser positivo el voto de los ciudadanos, como la contracción de la economía al menos por una década, menos ingreso de su Producto Interno Bruto (PIB), que podría ubicarse por debajo del 3%; además la deuda externa se incrementaría fruto del gasto público que debe asumir el gobierno mientras los números económicos se estabilizan y generan expectativas sin ningún tipo de inyección.
El presidente de Los Estados Unidos, Barack Obama, ha proferido palabras contundentes contra el brexit británico, señalando que la acción conduciría al país a alistarse en las filas de todas aquellas naciones que están solicitando un rescate financiero, además que ya no tendrían el poder de finiquitar acuerdos bilaterales, pues, la prioridad para la nación norteamericana seguiría siendo la UE, mientras que Inglaterra de separarse sería vista como otra que aspira negocios con la primera potencia mundial, y los mismos tardarían tiempo en concretarse.
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El presidente del Banco de Inglaterra, Mark Carney, señaló a comienzos del mes de mayo que el país no sólo vería una depreciación de su PIB si sale de la Eurozona, sino también la inflación podría dispararse al perder mucho valor la Libra Esterlina, que aun cuando ha sobrevivido al Euro, es un apéndice de la economía del grupo continental; según Carney, las advertencias llegan al punto de esperar un suba en la devaluación de la moneda que alcance al menos un 15%. Estos datos se suman a la lista que se ha generado de las reuniones del Comité de Política Monetaria del Reino Unido, donde se destaca que el brexit impulsaría un estancamiento en la proyección del número de exportaciones de la República, y directamente impactaría al sector laboral, incrementando el desempleo.
Las malas noticias pareciesen generar la lógica pregunta ¿Entonces para qué desea salirse Inglaterra de la UE? A la que hay ciertas respuestas discutibles, como la amenaza que sienten muchos ciudadanos a la libre frontera europea, creyendo que esto ha propiciado menos campo laboral para los británicos; mientras que otros piensan que la UE no es equitativa en cuanto a la generación de riquezas entre todos sus miembros, por esa razón insisten en una tácita “independencia” para buscar impulsar el aparato productivo del país sin los controles del bloque.
Luego del referéndum, las expectativas serán efectivas con el transcurrir de los años, pero de llegarse a concretar la salida, todo apunta a que pasaran muchos para que Inglaterra se establezca financieramente.
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Redacción YoEmigro.com
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