"Mis primeros seis meses en Panamá", por @taylhardatr | YoEmigro.com

"Mis primeros seis meses en Panamá", por @taylhardatr

Además de que al pitillo o pajilla le dicen carrizo y a las bolsas, cartuchos; este poco tiempo que he vivido en Panamá, me ha hecho aprender algo sobre su cultura, punto importante para la adaptación y sentirte como en casa.
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Por supuesto, no soy experta en ninguno de los temas de los que voy a hablarles, pero algunas de las cosas que me más me han llamado más la atención son la belleza de su traje típico, su entusiasmo en la celebración del carnaval y su afición al boxeo.
En relación al traje típico, denominado la pollera, pienso que es hermoso. Su colorido, el delicado y arduo trabajo manual, su rico bordado y su amplitud, lo hacen que, sin lugar a dudas, sea uno de los más bellos trajes tradicionales, no solo de Latinoamérica, sino del mundo.
Y, además del vestido como tal, los accesorios usados le proveen los complementos para hacerlo aún más llamativo. Especialmente los tembleques o adornos del cabello. Tocados muy elaborados, con abundante pedrería, flores, etc., que los hacen súper vistosos. Cada región le agrega su toque diferenciador, pero, realmente, todos son una gran obra de arte.
Por otro lado, es de resaltar que acá celebren el carnaval con mucha alegría y euforia. Como buen país latinoamericano, la música, los grandes desfiles y, hasta las garotas, forman parte de esta celebración, llegando incluso a cerrar la mayoría de los comercios por esta festividad.
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Pero oír hablar de los “culecos” fue algo que llamó mucho mi atención, porque desconocía qué significaba. Resulta que son las personas que acuden a observar los desfiles o espectáculos y un camión cisterna los baña con agua cada cierto tiempo, para refrescarlos. A esta tradición también se le llama “mojaderas”.
Pero lo que más me ha causado curiosidad es un cuento que tienen del carnaval tableño; en Las Tablas, capital de la provincia de Los Santos. Allí lo celebran con tal frenesí, que mucha gente de Ciudad de Panamá y del resto del país, se va a disfrutarlo y, según dicen, la gente se divorcia (para poder ir) y se vuelve a casar cuando regresa.  ¿No es una locura?.
Con respecto al boxeo, el panameño tiene una particular afición; lo vive como si ellos mismos estuvieran combatiendo. El otro día nos montamos en un taxi y en el radio comentaban sobre una pelea que hubo ese día en la madrugada, donde el panameño perdió y el chofer iba peleando porque (según él y los comentaristas), “le habían robado la pelea”. Tuvimos que aguantarnos todo el viaje al señor discutiendo consigo mismo, a un alto tono de voz.
Cosas como esas me causan sorpresa y admiración por la forma de ser del panameño, que siente y vive su cultura y sus emociones intensamente. No es que otros países no lo hagan, sino que aun cuando estuvieron mucho tiempo conviviendo con los norteamericanos y adoptaron muchas de sus costumbres, tienen una maravillosa forma de aferrase a lo autóctono, a sus tradiciones y transmitirlo a las nuevas generaciones.
Reina Taylhardat