Opinión: Panamá es para los panameños y para nadie más

Opinión: Panamá es para los panameños y para nadie más

El título de este artículo es algo que prendería las alarmas en muchos países del mundo, y haría que entes gubernamentales, políticos, personalidades y ONGs levantaran la voz exigiendo respeto, igualdad, integración y rechazando vehementemente una frase que puede considerarse xenofóbica.
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El hecho de que grupos importantes pidan que los extranjeros se vayan de su país, que se le dé preferencia en todos los aspectos a los nacionales por encima de los extranjeros o que simplemente la Constitución limite el acceso a profesiones tan universales como la salud, la economía, la ingeniería o hasta la docencia universitaria, para que sólo sean ejercidas por nacionales; evidencia que Panamá es un país pionero en la ola xenofóbica de nacionalismos rancios de la que se han contagiado algunos países del mundo.
Un país que no permita que los extranjeros sean taxistas, estilistas o que tengan negocios de venta al detal, es aquel en el que pareciera que no confían en el nivel educativo que se le ofrece a la población, porque podría dar a pensar que sus ciudadanos no tienen el nivel suficiente para ser algo más que eso. En los países desarrollados (e incluso en algunos no tan desarrollados), ese tipo de profesiones que requieren muy bajo nivel educativo o cultural suelen realizarlas los extranjeros, mientras que los cargos gerenciales medianos y altos quedan generalmente en manos de nacionales.
Usted puede ver en New York o en Londres que el taxista que lleva al norteamericano vestido con su traje de 2000 dólares a su oficina en la Quinta Avenida o en Oxford Street es un pakistaní o un latinoamericano (por ejemplo), pero en Panamá es al revés, es un taxista panameño el que lleva al extranjero a su oficina en Costa del Este o en Obarrio.
“Panamá para los panameños” es un eslogan que dice mucho más de lo que parece, es un llamado implícito a denigrar de todo extranjero que haga vida o que quiera hacer vida en el país. Parece una forma camuflada de demostrar una xenofobia latente a todo nivel y que se muestra con los gestos de desprecio y desagrado de muchos panameños, cuando se dan cuenta que la persona que se dirige a ellos es un extranjero.
Hasta su documento de identidad podría ser considerado discriminatorio, porque identifica claramente con una letra previa a aquellos que no son panameños de nacimiento. Por ejemplo, al panameño nacido en el extranjero, le ponen “PE” y al naturalizado le colocan una “N” (para que, por el resto de su vida, se sepa que esa persona no nació en Panamá). Es una especie de estigma que deberán llevar hasta el día de su muerte simplemente porque, sin importar cuan panameños se sientan, no nacieron dentro de las fronteras del Istmo.
Esta es mi carta de despedida de Panamá. Soy otro extranjero más que agarra sus cosas y hace lo que le han dicho más de una vez durante los cuatro años que tengo viviendo y gastando mi dinero aquí: “si no le gusta, lárguese, el aeropuerto está abierto 24 horas al día”. Pues decidí hacerles caso y largarme, porque no pienso estar donde no me quieren.
Enviado al correo [email protected] por Javier Lucena