Proyecciones económicas de México para los próximos cinco años

Proyecciones económicas de México para los próximos cinco años

La segunda mejor economía de la región hispanohablante es la mexicana, una fortaleza que se ha venido estimulando en los últimos años, pero que sigue siendo vista con grandes desafíos por la inequidad en la distribución de las riquezas entre su amplio número de pobladores. Sin embargo, las cuentas financieras de la nación tequilera se han consolidado en el último decenio, en un período donde sus gobernantes han decidido ir dejando la dependencia del petróleo a un lado, para darle paso a las nuevas empresas emergentes, fortalecer el turismo, y aumentar la inversión en tecnología.

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Actualmente México está considerado como una de las economías emergentes más diversificadas del planeta, y muchos expertos coinciden que este año podría despegar si afianza su oferta en productos manufacturados. El Producto Interno Bruto mexicano no es el más abundante, pero sí con solidez suficiente para generar confianza a sus acreedores en cuestiones de pagos de deuda, lo que estimula la creación de nuevas compañías transnacionales que ven el mercado del mariachi como una oportunidad para disparar sus negocios hacia toda Latinoamérica.

Además, México ha sabido sacar provecho de los tratados comerciales que ha firmado con Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá y algunos países latinoamericanos. Específicamente con Canadá, la relación bilateral se ha traducido en una fuerte inversión en el área de la producción de vehículos, así como el apoyo a las Pymes involucradas en el sector tecnológico, hasta el punto que el país del norte eliminó el requisito de visas para los mexicanos que vayan de turistas y por negocios.

Todos estos aspectos muestran positivas estadísticas en cuestiones monetarias; pero en un territorio con tantos problemas fronterizos y, atacado por el flagelo de la delincuencia organizada y el narcotráfico, las brechas sociales son significativas, e intervienen drásticamente en la distribución de la riqueza, generando un recelo en la opinión pública y temores en los mercados que no pueden mantener una fe constante. A ello se le junta todavía el costo de la cesta petrolera, de la cual México no se ha deslindado por completo, en ese sentido hay panoramas menos esperanzadores, donde se habla de la depreciación del peso y la vulnerabilidad de las exportaciones.

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El FMI estima que entre el 2016 y 2019, México crezca a un ritmo del 2%, este año redujo sus impresiones en 2 décimas del punto porcentual, pero cree que su PIB llegue a 2.6%, un buen indicador. En el mismo contexto las autoridades monetarias locales prevén un desarrollo menor a lo aspirado a comienzos del 2016; la Secretaría de Hacienda estableció su número mágico del PIB al cierre de este año entre 2.2 y 3.2%. Mientras que el Banco Central también centró sus cifras entre el 2 y el 3%, aunque deseaba un punto más.

Lo rescatable es que tanto las entidades del estado como las instituciones financieras internacionales, como las agencias, entre ellas Moody’s, solidifican un crecimiento al menos dentro de los próximos cuatro años entre el 2 y el 3% para México, pudiendo mejorar si logra capitalizar el hecho de redireccionar su política fiscal hacia los mercados del futuro como la energía renovable, tecnologías de la información y la siempre –pero cambiante- área de la construcción.

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