A quien le haga falta Venezuela, que se mude pal Doral, por Nelly Pujols | YoEmigro.com

A quien le haga falta Venezuela, que se mude pal Doral, por Nelly Pujols

Hace pocos días se armó la de San Quintín cuando “descubrieron” un famoso spa, cuya propietaria es de las que piensa, o pensaba, que “Chávez vive, la lucha sigue”… pero en Miami. Pongo comillas en la palabra “descubrieron” porque todos los que vivimos aquí nos damos cuenta de que cada día viene llegando más gente con el billete parejo, que por demás sabemos no es tan fácil producir en los Esclavos Unidos. Publicado en ElVenezolano.
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En esta pequeña ciudad de Miami, vemos Porsches y Lamborghinis como se ven colas para comprar pollo en Caracas. Las casas que se compran de contado, cuyo valor muchas veces asciende a “un palo” como se dice por nuestro país, son compradas billete sobre billete, los carritos de supermercado salen de a tres hasta el copito. ¡Hay hasta cachifas uniformadas paseando bebés y perros!
Le entra a uno un Déjà vu que ni les cuento. Es como vivir en Caracas, pero con luz y agua. Leche de todas las marcas, y papel tualé del suavecito y con aloe vera. ¿Qué más se puede pedir? Ahí está el detalle…
En estos días en los que mis viajes fuera de casa han sido más que nada a la farmacia más cercana, cuyo nombre es CVS, me he sentido simple y llanamente como en mi ciudad natal, la bella Caracas… Sólo que la zona de “Caracas” parece más bien el barrio Los Sin Techo de San Agustín del Norte (con el perdón de la gente que vive en esa zona de Caracas).
¿Qué le puedo decir? Si a usted se le ocurre quedarse parado medio segundo después de que el semáforo cambia de rojo a verde, el corneteo es digno de la esquina de Carmelitas en Caracas. Pero el Déjà vu llega a su máximo esplendor cuando uno escucha a lo lejos en forma de eco: madreeeeee! Ay qué maravilla… ¡Los recuerdos de mi tierra!
Eso sin contar los motorizados… Sí, los motorizados. Eso de andar como aquí en la misma senda de los carros, quedó en el pasado. Estamos enseñando a los americanos (los que aún no han huido despavoridos) cómo se maneja serpenteando por el medio de los canales y cómo se maneja la moto con una sola mano, mientras con la otra se hacen señas amables con el dedo medio. Sólo faltan las cadenas de radio y televisión para sentirse como en casa.
Y ni hablar del banco que está en la misma esquina. Adentro sólo se escucha hablar de miles y miles de dólares. Todo el mundo por el celular:
– No, hombre uón.. Claro uón… Dale uón… Es un éxtasis.
Ya fuera del banco es otra cosa. El más “bobo” se estaciona en el lugar que le corresponde, pero después llegan tres “vivos” y se estacionan detrás (donde no se debe) porque ellos “lo que van es un momentico adentro”. El que estacionó en su sitio, debe esperar pacientemente al que se estacionó mal y si toca corneta para que salga, ya usted se imagina. Una Caracas completa.
¡Ah! Pero nos falta el supermercado (también en la misma esquina) lleno de todas las marcas habidas y por haber y con un estacionamiento enorme. La gente que va a comprar “una cosita” se estaciona en todo el frente, donde se supone deben llegar los bomberos en caso de incendio. Lo único malo del supermercado es que a un ingeniero se le ocurrió desperdiciar el espacio, poniendo un lugar adicional para los carritos del supermercado. Nadie los pone allí. Es mejor montarlos sobre la grama. ¿Y el piso? Restos de bolsas, pero bolsas finas. De Starbucks o de Dunkin Donuts. ¡Menos mal que no son de Mercal, por favor!
El hecho es que se está convirtiendo en lo que dejamos, este país que nos acoge. Ya no hay necesidad de viajar al nuestro. Quienes emigramos queriendo a nuestro país, pero también una vida mejor, debemos hacer algo…
Cariños y hasta la próxima.
Nota para mi gente de otras ciudades y países que nos leen: solo cambien el nombre de “Doral” por la ciudad en la que viven ahora. Esto está pasando en todas partes a las que vamos. Triste.
Nelly Pujols

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