Restricciones al trabajo extranjero: un freno al desarrollo | YoEmigro.com

Restricciones al trabajo extranjero: un freno al desarrollo

El siguiente es un artículo publicado el 14 de abril de 2003 en el diario panameño La Prensa, no aparece firmado por nadie, pero consideramos que es de esos textos que jamás pierden vigencia y mucho menos en estos momentos en que se están cerrando las puertas a los extranjeros en Panamá.
A continuación el artículo completo:
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En Panamá tenemos toda una serie de leyes que impiden el trabajo a los extranjeros.
Prácticamente todas las profesiones liberales exigen la nacionalidad panameña para poder ser ejercidas en nuestro país. Y esto se extiende a otras muchas actividades y oficios.
Además, el Código de Trabajo establece la protección del trabajo de los nacionales, de tal manera que para que un extranjero pueda trabajar en Panamá, se exige una serie de requisitos que desaniman a muchas empresas que desean contratar extranjeros.
La pregunta es: ¿Se beneficia o se perjudica la economía y el desarrollo nacional con este proteccionismo laboral? Obviamente la razón de ser de dicho proteccionismo es precisamente la defensa de la mano de obra panameña. Pero en la práctica, con esto sólo se logra limitar las opciones de desarrollo del país.
En otros países se busca activamente atraer el trabajo extranjero, especialmente el trabajo calificado.
En Estados Unidos, por ejemplo, no se exige la nacionalidad para el ejercicio de las profesiones. Un abogado panameño puede tranquilamente irse a Estados Unidos a ejercer la profesión, siempre y cuando cumpla con los exámenes de conocimiento exigidos, requisito que tiene que llenar un norteamericano.
En otras palabras, no hay discriminación por razón de nacionalidad. Lo mismo aplica para todas las profesiones (médicos, ingenieros, arquitectos, economistas, etc.) y oficios.
¿Y cuál es el resultado? Para todos es conocido el nivel de desarrollo intelectual, científico, profesional y tecnológico de los Estados Unidos.
Incluso, muchos de los grandes logros científicos atribuidos a los Estados Unidos fueron posibles gracias al aporte intelectual de extranjeros en dicho país: el Proyecto Manhattan, del cual surgió la bomba atómica, estaba dirigido e integrado por científicos extranjeros.
El desarrollo de la tecnología de cohetes en que hoy día se basa el proyecto espacial y los lanzamientos de satélites fue desarrollado y dirigido para los americanos por Werner von Braun, científico alemán que fue capturado por los norteamericanos al final de la Segunda Guerra Mundial y quien luego trabajó para éstos. ¿Se imaginan cómo hubiese sido el proyecto espacial si los norteamericanos hubiesen adoptado políticas de proteccionismo laboral como aplicamos en Panamá?
Mientras los nazis forzaban a genios como Albert Einstein (quien era judío alemán) a huir de Alemania, precisamente por el nacionalismo racial, los americanos abrían sus puertas y recibían con brazos abiertos a todos estos científicos.
¿Y quién ganó la guerra? Pues les cuento que no fue el país que aplicaba políticas laborales nacionalistas. De hecho, sin las contribuciones de Einstein (E>MC2), la bomba no hubiese sido construida.
Ironías de la política: los americanos y el mundo entero tenemos mucho que agradecer a los nazis el que éstos fuesen tan obtusos.
Robert Oppenheimer, Albert Einstein, Madeleine Albright, Charlie Chaplin, Enrico Fermi, Nicola Tesla, y otros muchos empresarios, científicos, artistas y profesionales que en algún momento fueron inmigrantes extranjeros, contribuyeron y continúan contribuyendo al desarrollo científico, tecnológico, profesional, académico y económico de los Estados Unidos.
Y las compañías norteamericanas no tienen reparo alguno en contratar extranjeros, porque saben que el conocimiento y la productividad no tienen nacionalidad.
En Panamá, en cambio, cerramos las puertas al conocimiento, puesto que preferimos encerrarnos en una concha de ignorancia, antes que abrirnos al crecimiento intelectual.
Y esto obviamente tiene repercusiones económicas, ya que muchas empresas que han tenido interés en establecer operaciones en nuestro país han desistido de hacerlo precisamente al enterarse de que les está severamente restringida la contratación de trabajadores calificados extranjeros.
Hay en nuestro país, sin embargo, un ejemplo del fenómeno contrario, es decir, de apertura intelectual y profesional. Es el centro bancario.
Cuando a principios de la década de los años 70 se estableció el centro bancario internacional, se permitió ampliamente a los bancos internacionales traer trabajadores extranjeros.
Dado que el centro bancario estaba siendo creado, no había en Panamá una fuerza laboral experimentada y especializada para atender este negocio. Era necesario permitir la entrada de banqueros extranjeros para que se diera el desarrollo del sector.
No obstante, hoy día la enorme mayoría de los empleados en el centro bancario son panameños, debido a que gradualmente éstos fueron aprendiendo de los extranjeros y llegaron a desplazarlos.
Los bancos internacionales comenzaron a ir reemplazando a sus empleados extranjeros por trabajadores panameños, que ahora estaban muy bien capacitados.
Como se sabe, el sector de banca en Panamá es el que cuenta en promedio con los mejores salarios en el país.
Pero otros sectores en los que no hubo nunca la apertura que sí hubo en el centro bancario, no cuentan ni con el crecimiento económico, ni con la generación de empleos, ni con los altísimos salarios con que éste cuenta.
Entonces, ¿dónde queda eso de que los impedimentos al trabajo extranjero favorecen el trabajo de los nacionales?
Increíblemente, si hoy día tuviésemos la oportunidad de que Albert Einstein viniese a Panamá a dictar clases de Física en la Universidad de Panamá, nuestro país rechazaría a este eminente científico, dado que no es panameño, y hasta en la Universidad de Panamá, supuesta fuente de conocimientos en que se aprende de primera mano el valor universal del conocimiento, se exige la nacionalidad panameña para ser profesor.
Esta política es reconocida por las autoridades como contraproducente.
Existe el régimen de las zonas procesadoras para la exportación, en que estas restricciones al trabajo extranjero han sido sustancialmente inhabilitadas.
La pregunta es: si es bueno atraer trabajadores extranjeros para las zonas procesadoras, ¿por qué es malo para el resto del país? Si en el caso de las zonas procesadoras se ha considerado que permitir el ingreso de trabajadores extranjeros es necesario para hacer atractiva la inversión extranjera, entonces, ¿Por qué no se aplica el mismo principio a otros sectores no beneficiados con este régimen?
Y también está la absurda prohibición a los extranjeros de ejercer el comercio al por menor.
Esta prohibición, contenida en el artículo 288 de la Constitución Política, se convierte en una enorme barrera a la inversión extranjera que pudiera darse en la forma de creación de microempresas y pequeñas empresas de venta al detal.
Es bien sabido que las llamadas pymes son importantes generadoras de riqueza y empleo, pero con esta restricción chauvinista, nuestro sistema está diseñado para limitar la creación de pymes extranjeras en nuestro país, y obviamente esto ahuyenta a muchísimos potenciales inversionistas.
Lo que necesitamos en Panamá es superar de una vez por todas estas políticas proteccionistas basadas en un mal concebido nacionalismo, y que tanto daño hacen a la economía de nuestro país, por razón de que impiden la entrada de inversión extranjera que mucho necesitamos, tanto en la forma de trabajo como de capital.
Debemos entender que la riqueza, la prosperidad y el bienestar no tienen nacionalidad.