Te amo Venezuela, maravilloso texto que te hará llorar al leerlo

"Te amo Venezuela", espectacular texto que te hará llorar al leerlo

El siguiente texto fue compartido en la red social Facebook por la periodista y profesora de la escuela de Comunicación Social de la sede Oriente de la Universidad Santa María de Venezuela, Mariana Olivares Labarca, de donde lo tomamos y citamos a continuación:
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Comparto con ustedes esta hermosa analogía que escribió una querida exalumna, amiga y colega.
Por: Patricia Aponte García.
TE AMO VENEZUELA
Como no amarte si eres mi madre. Esa mujer de cabellera larga y negra como azabache que siempre le mostraba una amplia sonrisa a las amistades extranjeras que venían a visitar a mis hermanos y a mi.
Jamás le hiciste un desaire a nadie y decías que donde comía uno comían 100 o tal vez mil.
Te levantabas muy temprano a encender el fogón y preparar tus deliciosas arepas con pescado frito, ese que tus hijos recogían del oriente del país (Anzoátegui, Nueva Esparta y Sucre) y te llevaban fresquecitos a la mesa.
Tras el desayuno te sentabas a contemplar esas picos majestuosos de los Andes, los tepuyes en Bolívar o el famoso Salto Ángel, ese que nos asegurabas era la caída de agua más grande del mundo.
Luego agarrabas tus poncheras de ropa, tus hijas mayores te acompañaban a lavar en el Lago de Maracaibo (Zulia) y mientras cantabas una música llanera de Guárico o un galerón del oriente, comenzabas a lanzar los pantalones en las piedras mientras le rogabas a la chinita que no lloviera.
Veías, de vez en vez, el puente sobre el lago como se abría imponente en el horizonte, mientras un Relámpago del Catatumbo te hacía recordar que en esta oportunidad la virgen morena no escuchó tus súplicas, por ello te ibas corriendo a la casa antes de que cayera el diluvio.
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Al mediodía llegaban tus otros hijos con carne fresquita, recién matada de los llanos (Apure, Barinas) y tu con esa sazón que siempre te caracterizó, la preparabas en vara mientras sancochabas yuca y ocumo sembrados en tierras larenses.
En las noches, antes de cenar nos contabas una historia, de esas de ultratumba que te encantaban, que si el silbón, la llorona, el jinete sin cabeza o la bola de fuego… Luego a la cocina. Cómo te encantaba cocinar!… Bien sea las famosas arepitas de maíz pilao, o alguno que otro Patacon zuliano…
Cuando se acercaban las ferias de la Virgen del Valle (en el oriente) o de la chinita en el occidente (Zulia), en conjunto con la de Coromoto (en Guanare) o la Divina Pastora (de Barquisimeto), te llevabas a todos tus hijos a orar por tus tierras fértiles.
En vacaciones era donde gozábamos. Nos llevabas a las playas del parque nacional Mochima, Morrocoy, Los Roques o las islas de Margarita, Coche o Cubagua. En otras ocasiones la cita era en Los Médanos de Coro, allí jugábamos con la arena y quedábamos tostados por el sol.
Si queríamos bailar, la parada era en el estado Miranda donde desde el primer retumbe de tambores comenzabas a zarandearte hasta bien entrada la noche.
Al final de la jornada, te sumergías en un chinchorro, con la llanura de testigo y te volvías a levantar muy temprano, con el despuntar de la aurora y el cacarear de las gallinas a tus labores diarias.
Para lo único que no tuviste suerte fue para los maridos. No te conocí muchos porque fui una de tus últimas hijas. Sin embargo, me consta porque tus hijos ascienden a 30 millones.
Mi papá fue un buen hombre, no excelente pero dejó un legado, con el que te separaste y volviste dos veces… Pero desde que llegó el penúltimo hombre a tu vida comenzó nuestra desgracia.
Te comenzó a maltratar, no se si era por tu edad pero tu comenzaste a tolerarlo, mis hermanos le tenían temor, nos comenzó a prohibir lugares de tus tierras, a dejar que pasáramos hambre, a no dejarnos vivir como lo hacíamos antes.
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Ese hombre, con el que duraste 14 años de relación ya no está. Pensé que te enamorarías de un muchacho humilde que te rondaba. Sin embargo, te volviste a enamorar mal, del mejor amigo de tu anterior relación.
Al principio pensamos que sería distinto, pero no fue así. Las agresiones fueron tan pero tan fuertes, peores que las anteriores que en ocasiones pensamos que morirías. Si nos metíamos a salvarte con palos y piedras, nuestros mismos hermanos, esos que se hicieron aliados de tus dos ultimas relaciones, nos golpeaban y hasta mataban a su propia sangre.
Mamá, ya estás muy débil y aun continúas recibiendo golpes. Muchos de mis hermanos no pudieron tolerar esa situación y se fueron. No quisieron verte más en un hospital sin recibir medicinas porque tu pareja lo prohíbe.
Tu eres fuerte, no quiero que mueras mamá… Extraño a esa Venezuela de contextura fuerte, cabellera larga y negra que nos preparaba de comer y que bailaba con una gran sonrisa en el rostro…
Te extraño Venezuela, te extraño mamá.
Hoy se que de ella no queda mucho, pero ya varios de mis hermanos mayores, quienes estudiaron para poder defenderte, están en conversaciones con amigos extranjeros, esos a los que recibías en tu casa con los brazos abiertos, para salvarte, para no dejarte morir.
Tengo fe de que pronto te sacaremos de allí y te llevaremos a un mejor lugar. Solo te pido mami que continúes luchando y que cuando te enamores de otra persona, este si te trate como te mereces.
Te amo mamá.
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