Por algún tiempo he tenido la dicha de poder viajar por países de nuestra América. Y he sentido muchos de los inconvenientes de viajar frontera tras frontera. Sin embargo en mis 30 años de viajar les puedo asegurar algunas cosas.
El principal problema muchas veces soy yo. Al creer que en otro país van a cocinar como en el mío. Al creer que tengo derechos iguales o especiales comparado con los nacionales.
He tenido que entender que de región a región hay muchas diferencias incluso dentro de un mismo país. No son iguales los de Managua que los de León. No son lo mismo los de Caracas que los de Zulia, no son los mismos los de Guate que los de Chimaltenango, etc.
No documentarse de que requisitos tengo en cada país para pasar mi auto. Que hay países en los que simplemente los empleos no son para extranjeros, ya sea profesionales o no pues así está por ley. Así es mi país vecino.
Entender que aquí pago 7% de impuesto pero en otros 12% y otros nada.
Que el país no se adapta a mi sino yo a el.
Panamá siempre ha sido un país de extranjeros. Viajeros de paso, que han venido a contribuir no a enviar divisas al extranjero. Piense que cara le pone a alguien que vive en su casa, bien los primeros días, hace chistes en su casa, le pude autorización para cada cambio.
De pronto quiere cambiar la despensa del hogar, después cambia la cerradura de la casa, de pronto le pide dinero y además exige que le tomen en cuenta en las decisiones del hogar. Se come su comida, habla mal de su casa y hospitalidad. Pide un taxi y grita en la puerta. Me largo porque en esta casa me ponen mala cara y no sirven para nada. Que cara se le puede poner?
Yo soy extranjero en otra tierra, pero mi cultura se demuestra con hechos no con palabras. No puedo hablar mal de los países en que he sido extranjero. Pues al salir de mi casa sabía que había salido de mi casa.
A buen entendedor…
Autor: Roderick Abdiel Caballero
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23 de febrero de 2017Opinión
