Testimonio: En el extranjero se sufre (y mucho) | YoEmigro.com

Testimonio: En el extranjero se sufre (y mucho)

Quienes piensan que los que estamos lejos de nuestra amada y destruida Venezuela tenemos una vida llena de lujos, glamour y diversión están demasiado equivocados, no tienen ni idea del sufrimiento por el que pasamos los que emigramos.

El sufrimiento comienza pocas semanas después de la llegada a tu nuevo hogar, porque luego que pasa el deslumbramiento por ver supermercados llenos, calles asfaltadas, personas con el celular en la mano a cualquier hora y en cualquier sitio, es que comprendes que ya no está tu familia, tus amigos, que te tienes que valer por ti misma y que tu mamá no estará ahí para abrazarte ni consentirte en los momentos que te sientas triste y la necesites.

Después el sufrimiento para encontrar un empleo en tu área, la gente no te conoce, no tienes amigos a quienes acudir para que te ayuden entregando el currículum a sus conocidos, así que debes buscar por internet y aceptar lo que salga, trabajando mucho y ganando poco.

Tres cuartos del sueldo se te van en transporte público y habitación, te queda un poquito para comida y aunque hay leche en todos los anaqueles a veces no puedes comprarla porque no te alcanza el dinero, quedas peor que en Venezuela, viendo las cosas al alcance de tu mano y sin poder tenerlas.

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Te deprimes demasiado estando íngrima y sola en ese cuarto día tras día y noche tras noche, los chicos que te alquilan puede que sean muy guay pero nunca son tu mamá, tu perrita ni tu hermana, que las extrañas a morir, las conversaciones por Skype deprimen más porque en Venezuela el internet es tan lento que casi nunca pueden hablar más de diez minutos seguidos sin que se corte, es desesperante y sólo provoca gritar y tirar el ordenador por la ventana.

El clima también es para morirse, en invierno el frío te cala hasta los huesos 24 horas al día, el único sitio en el que se puede estar sin sentir que se te congela todo es el bus o el metro, y en verano es lo opuesto, el calor es insoportable, parece que estás dentro de un horno a toda potencia.

En Venezuela quizás se va la luz unas horas al día, pero de qué sirve que aquí nunca se vaya, si debemos tenerla siempre apagada porque la factura viene extremadamente cara y no debemos encender la calefacción en invierno ni el aire acondicionado en verano, porque corremos el riesgo de quedarnos sin dinero para más nada.

Las cosas afuera no son tan sabrosas como muchos creen, es un reto, es una depresión y es un dolor casi constante el estar lejos de la gente que amas, viviendo siempre con el dinero justo y en condiciones casi de pobreza.

Me fui de mi país buscando un mejor futuro y eso es lo que me repito una y otra vez para darme ánimos, pero extraño a mi tierra, la extraño demasiado. Venezuela mejórate que quiero volver pronto y estar contigo.

Escrito por: María Laura Gómez

Este artículo de opinión fue enviado a [email protected] por María Laura Gómez, inmigrante venezolana residenciada en Madrid