Testimonio: Pido perdón a todos, me tocó meterme la lengua en el c…

Testimonio: Pido perdón a todos, me tocó meterme la lengua en el c…

Hace varios meses escribí un artículo que los amigos de yoemigro.com tuvieron la amabilidad de publicar. No quise volver a escribir porque no valía la pena responderle a la cuerda de imbéciles que se pusieron a decirme miles de pendejadas, pero hoy y después de lo que me pasó la última semana de diciembre, merece que lo comparta porque ha hecho que me meta la lengua en el c… bolsillo, porque la desgracia ha tocado mi puerta y tengo que huir de esta mierda de país.

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Yo siempre dije que en Venezuela el que quería hacía plata, y era verdad, este es un país en el que puedes forrarte de real rapidito y sin matarte mucho, también estaba seguro que echándole bolas estaría bien, además a mí me conoce un coñazo de gente, por lo que yo me sentía seguro y bien, sabía que con lo que gano, pues, me iba cada tres o cuatro meses para Aruba o Panamá, hacía mercado de algunas cosas que no se consiguen en Venezuela como jabón, champú, desodorante, harina pan, leche en polvo, harina de trigo y esas pendejaditas, lo demás se lo compraba a unos bachaqueros que conozco o le decía al chino que me lo guardara y yo se lo pagaba más caro sin peo.

Todo era bello hasta que llegó el 25 de diciembre, luego de cenar en casa de mi mamá, cuando voy llegando a casa con mi esposa y los dos carajitos, que estamos entrando a la casa, metiendo la camioneta en el estacionamiento, cuando me bajo, me encañonaron… cinco tipos se metieron mientras se cerraba el portón, nos encañonaron, nos amarraron y, nos robaron todo, se llevaron desde los cuchillos hasta las camionetas, todavía no sé por qué no nos mataron.

Luego que logré zafarme, una hora después de las cinco horas que tardaron los amables caballeros en llenar las camionetas con mis cosas y que busqué en una vieja agenda telefónica que en la que tenía anotado el número de un amigo que trabajaba en un cuerpo de seguridad del Estado y llamarlo del teléfono de la casa, que por lo viejito, feo y sucio que estaba lo dejaron, que le conté lo ocurrido, me dijo que me quedara sano, que ni pusiera la denuncia, porque, bueno, podría ser peor ya que podía tocar sensibilidades si denunciaba. No entendí a qué se refería así que decidí hacerle caso y decidí reforzar la seguridad y buscar una manera de evitar que eso me volviera a ocurrir.

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El día siguiente, me entero que al hijo de mi compadre, un carajito de 19 años, lo mataron para robarle el carro, y ni siquiera era un carro nuevo, el chamito andaba en un fiestica de los viejos que estaba medio destartalado. Verga, eso me dolió en el alma, mi compadre estaba desolado, era su hijo mayor, la luz de sus ojos, de pana que es una situación demasiado fuerte, no imagino lo que sentiría si a alguno de mis hijos me los mataran así, y pensar que todo esto pasó un día después que nosotros vimos la muerte de cerca y que ni sé cómo nos salvamos.

Y luego, para rematar la vaina, no sé si fue por todo lo sucedido y que por el estrés se me bajaron las defensas o qué carajo, el 29 me entró un dolor de estómago horrible con diarrea a tal nivel que tuve que salir corriendo a la clínica, luego de tenerme 3 horas esperando mientras el seguro enviaba la clave, me diagnosticaron amibiasis y me mandaron a tomar metronidazol, una vaina que ya había tomado en ocasiones anteriores, porque, no sé si es algo del agua de aquí, pero una vez cada tres o cuatro años me da esa vaina y siempre con una semana tomando esas pastillas del coño que saben a metal y con las que no puedes beber alcohol se te quita.

Lo que me dolía es que no iba a poder beberme mis whiskys el 31, pero bueno, qué coño…. Al final sí me los pude beber, porque ¿saben algo? No encontré la bendita medicina por ningún lado, en ninguna farmacia lo había y ahí me puse a pensar ¿y si hubiera sido algo de vida o muerte? Estaría muerto pal coño porque no se consigue el medicamento.

Ahí entendí que sin importar cuánto dinero tengas ni lo bien que te esté yendo, en este país estás jodido sí o sí y así que, por mis hijos, porque no quiero verlos muertos a manos de un malandro o por falta de una medicina, de esta mierda de país me voy antes que sea demasiado tarde. Hay que hacerle caso a las señales que te pone la vida. Pronto les contaré pa’ donde me fui, porque todavía no tengo ni idea, lo que sí sé es que antes de carnaval estaré lejos de aquí.

Autor: Luis Manuel Carrizales

Este artículo de opinión fue enviado al correo [email protected] por su autor