Tengo tiempo leyendo a un carajazo de venezolanos con un llanto continuado todo el día. Que aquí no se puede vivir, que todo está caro, que no hay agua, que no hay luz, que el internet se va, que Maduro se encadenó, que no hay harina PAN, que no hay pasta, que los repuestos, que las colas en todos lados, que quieren irse porque cualquier cosa es mejor que Venezuela, que el pato y que la guacharaca.
Yo sé que la vaina está jodida, claro que está jodida, todos lo vemos, todos lo sabemos. Conseguir los productos de la cesta básica está más difícil que nunca, la gente se muere por falta de medicinas, los malandros matan, extorsionan, secuestran, roban y hacen lo que les da la gana, y lo poco que se consigue está cada día más caro.
¿Que si me gustaría irme? Claro, me encantaría poder hacerlo, pero no puedo, y no puedo porque tengo negocios aquí, tengo a mi familia aquí, mis padres, mis hermanos, mis primos, mis hijos, mis sobrinos, casi toda mi familia está en Venezuela.
Pero más que mi familia querida, es lo que soy, quien soy y lo que tengo; lo que me ata a este país. Porque si me voy a otro lado, dejaré de ser el «señor Manuel», el que conocen en el banco y al que le prestan cuando necesita, el que tiene crédito en la panadería, el que conoce al gerente del supermercado y en estos tiempos de escasez le agradece que le avise cuando va a llegar el jabón en polvo; el que es pana de varios concejales y hasta de unos cuantos diputados de uno u otro bando porque los conozco desde siempre, desde que éramos chamos.
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En lo que me baje del avión en ese país donde supuestamente todo es mejor y más bonito; me convertiré en un cero a la izquierda, en alguien desconocido, seré el extranjero, el don nadie, el que no conoce a nadie.
Lo único que pido a aquellos que viven en una queja y un llanto constante es que se vayan para el carajo, pero que se vayan de una vez y dejen de llenar de mala vibra la ya terrible situación que vive Venezuela. Vendan sus vainas, compren un pasaje, váyanse y sean felices, porque si consideran que Venezuela es lo peor, no entiendo por qué siguen aquí.
Seguramente me dirán que no se van porque no pueden o no tienen con qué, pero si realmente aquí ya no se puede vivir y esto es un infierno, como dicen; deberían haberse ido así fuera a limpiar baños con tal de no estar aquí.
Ahora si lo que quieren es quedarse a luchar, no entiendo como el drama y el llanto los va a ayudar en su lucha. Con esa vaina no se gana nada. El tiempo que pierden lamentándose deberían invertirlo en una lucha más activa, más positiva.
Entiendan que su negativismo pone la situación aún peor de lo que ya está, parecen unos zombies del drama, ya ni se les puede saludar porque brincan con el llanto, en redes sociales hay que eliminarlos porque todo es malo, todo es negativo, para ustedes Venezuela no tiene absolutamente nada bueno, por eso les pido, por el bien de aquellos que QUEREMOS quedarnos a seguir trabajando y buscando echar para adelante en este país, les imploro: Váyanse y sean felices en otro sitio, en donde sea, compren un pasaje y aléjense de esto, por favor, háganlo ya.
Autor: Luis Manuel Carrizales
Este artículo de opinión fue enviado al correo [email protected] por su autor
