Qué visitar en Panamá si sólo está haciendo escala en el aeropuerto

Lo que puede visitar en Panamá si sólo está haciendo escala en el aeropuerto

Una estadía corta en Panamá no necesariamente implica pasar un día o algunas horas varado en el aeropuerto. Playas y selva aguardan a los visitantes con poco tiempo en el istmo. Por ejemplo, al salir de Ciudad de Panamá, en dirección al oeste, por la ruta Panamericana se atraviesan zonas menos urbanizadas, con paradores donde, por poco dinero, se comen platos típicos a base de carne frita y arroz. El Nacional.
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Se la conoce como la ruta de las playas porque los fines de semana ven pasar hileras de vehículos hacia Coronado, que se está transformando en el balneario más concurrido de Panamá. Queda a una hora de la capital, sobre el Pacífico y todas las grandes cadenas del Caribe ya abrieron o están por abrir un hotel. Más cercana que San Blas y Bocas del Toro, se llena los fines de semana y en vacaciones. Para los turistas de paso, sin tiempo para llegar hasta los archipiélagos de la costa caribeña, es una buena opción a orillas de un Pacífico de aguas finalmente cálidas.
Un resort en la jungla. Si tiene poco tiempo y quiere conocer la selva panameña, entonces considere que las inmediaciones del canal, a tiro de piedra de la capital, también son zonas naturales protegidas. En una de ellas funciona el complejo de Gamboa, un pueblo de los antiguos administradores de la vía transoceánica reconvertido en centro hotelero, rodeado por la selva y las aguas del río Chagres.
El Rainforest Resort ofrece una jornada completa con navegación, almuerzo y paseo en teleférico. El día empieza en lancha por el Chagres, junto a los cargueros, hasta algunas islas donde viven colonias de monos titís. Tras el almuerzo se sigue el viaje en camioneta por un sendero selvático hasta un teleférico ecológico para sobrevolar los árboles y ver perezas. Hay que buscarlas en las ramas más altas, donde sus siluetas se mueven lentamente.
El paseo culmina en una torre sobre una colina, con un panorama sobre las cuencas del canal y el río Chagres. En el regreso se pasa por un mariposario, un orquideario y un ranario, donde se ven las famosas ranitas de piel colorida –pero venenosa– endémicas de la selva panameña.
Tony, el tucán. Para el final, lo mejor: un día compartido con los emberas quera, la comunidad de una de las siete etnias reconocidas por el gobierno panameño. Originalmente los emberas vienen del Darién, la impenetrable selva que forma una barrera natural en la frontera con Colombia.
Algunos se acercaron a la civilización moderna y decidieron dedicarse al turismo, como los quera, instalados a orillas de un recodo del río Gatún, cerca de Colón y de la costa caribeña. Hicieron las cosas en grande y varias familias prosperan gracias a un emprendimiento que no para de crecer: además de la visita de jornada, construyeron un helipuerto para huéspedes VIP y un par de casas tradicionales que alquilan para pernoctas (en lugar de camas, hamacas).
Para la excursión clásica, van a buscar a sus visitantes en piragua navegando por el río y los llevan hasta la comunidad. Allí el día transcurre entre charlas, danzas, un recorrido por el pueblo y su pequeña escuela, un paseo para conocer las plantas medicinales, sesiones de tatuaje vegetal, un almuerzo con plátanos y pescado, y una visita al mercado con sus artesanías.
El máximo protagonista de la jornada es Tony, un tucán domesticado que pelea por cualquier tipo de comida. Tony es mucho más que la mascota; es el famoso de la comunidad: aparece en los videos publicados en Youtube.
Al costado de la gran choza comunitaria, alguna pereza apenas se mueve en el árbol vecino. El día termina y los quera preparan la lancha para regresar al muelle.
Escala de más horas
El lejano oeste de Panamá (una lejanía relativa ya que se cruza el país en apenas una hora de avión) es el lugar ideal para tomar contacto con la inquietante selva tropical. En la frontera con Costa Rica, la densa jungla de la montaña está envuelta en nieblas y lluvias la mayor parte del día.