La historia del hombre siempre ha caminado al lado de la migración, una acción con la cual se han forjado naciones e imperios, un fenómeno de siempre y que merece el respeto y admiración porque ser migrantes no es cosa de cobardes, es de personas valientes con sueños más grandes que el dolor.
La migración es la esencia del crecimiento, prosperidad y desarrollo de las naciones más poderosas del mundo pero paradójicamente hoy es catalogada por muchos como un pecado que lleva a seres humanos a vivir en condiciones infrahumanas, historias que se cuentan por miles o millones.
¿Quienes son nuestros hermanos migrantes?
Así como ocurre con todas las migraciones, la mayoría ocurre por una misma razón, búsqueda de oportunidades y sueños, de nuevos espacios donde vivir y ver sus hijos crecer, y la enorme mayoría de personas que realizan las migraciones son seres humanos dignos, trabajadores que sacrifican todo lo que tienen por un mañana mejor.
Dejar familias enteras, someterse a discriminación por un color de piel e idioma, es solo una mínima parte de lo que enfrentan nuestros hermanos que deciden partir, personas que ven enormes ciudades y vecindarios como cárceles sin barrotes, donde dar un paso en falso puede dar inicio a una pesadilla mayor.
Analizar las causas de la migración siempre deja en segundo plano al ser humano que vive día a día un calvario, y es por ello que fuerza y aliento a todos aquellos que hoy extrañan el calor de sus seres queridos, extrañan el olor del campo y el grito del gallo que les despertó por décadas, el sabor de sus tamales y la bulla de los cohetes de navidad, miles de hermanos que han sacrificado todo por un sueño así como lo hicieron los padres de aquellos que les persiguen sin cesar.
A todos ustedes hermanos migrantes que sus sueños se conviertan en realidad, que todos sus sacrificios les sean recompensados, que todo su talento y altura moral le ponga pie a los prejuicios, que la gloria sea suya.
¡Feliz navidad! – Luis Vega Vergara